NEPTUNIA

Párroco de Salinas moviliza a su comunidad tras el homicidio de Claudia Ferreira

"Cuántos de nosotros nos atrevemos a preguntarnos ¿en qué medida compartimos responsabilidad en un hecho así?", pregunta en una carta.

El párroco de Salinas, Leonardo Rodríguez, líder espiritual de parte de la comunidad, envió su carta desde Roma, donde participa de la Asamblea Anual de las Obras Misionales Pontificias.

Tras enterarse del crimen de su vecina de Neptunia, propuso tres acciones: no a la indiferencia, no a la politización, y sí a la reflexión y el compromiso.

Dice el presbítero Podríguez: “el Evangelio no nos permite quedarnos sumido en nuestra individualidad que nos limita al comentario y al morbo que se contenta con hablar y fantasear con lo que ha sucedidos. La muerte de un inocente deber interpelar nuestra oración, nuestra conciencia,nuestro compromiso en la transformación de la realidad”.

Respecto a la segunda acción propuesta, señala: “hay actores políticos y de gobierno que tienen una cuota especial de responsabilidad, pero no son los únicos, “entonces”, aconseja, “no aceleremos las palabras, ni direccionemos acusaciones con soltura y velocidad, porque no lograremos otra cosa que retroalimentar un sistema destructivo y voraz, donde la dinámica solo conduce a la soledad, el aislamiento, la confrontación y la satisfacción de intereses individuales”.

Y la reflexión y compromiso que promueve el cura de Salinas es: “¿Cuántos de nosotros nos atrevemos a preguntarnos ¿en qué medida compartimos responsabilidad en un hecho así? ¿es solo una manifestación de violencia e inseguridad? ¿o debemos reconocer que hay una trama de convivencia, de actitudes y opciones personales o familiares que convierten el tiempo y el espacio en el escenario apropiado para que sucedan hechos así?”.

Según el presbítero Rodríguez, “la vigilancia y la represión o la prevención son solo un aspecto del tema”, pero se pregunta “¿qué hacemos con tu indiferencia y con mi indiferencia; con tu violencia y con mi violencia; con tus miedos y mis miedos; con tus complicidades y mis complicidades?”.

Expresa dolor, solidaridad y cercanía a la familia afectada y dice: “no está en nuestras manos hacer justicia, pero sí está en nuestras manos vivir para la justicia, desde la verdad, y al servicio de la paz”.

El presbítero Leonardo Rodríguez, convocó, además, a tres días de ayuno, oración y solidaridad el viernes 8, el sábado 9 y el domingo 10 de junio en solidaridad con la familia afectada, y para la reflexión.

Carta completa disponible en la página de la Conferencia Episcopal

Roma, 30 de mayo de 2018

A la Comunidad Parroquial

Parroquia Santa Isabel de Hungría – Salinas

Queridos hermanos, como mucho de ustedes saben, en estos días me encuentro en la Ciudad de Roma, participando de la Asamblea anual de las Obras Misionales Pontificias. Cada día, en medio de la apretada agenda del encuentro, intento buscarme algunos minutos para chequear noticias del país, para mantenerme al tanto. Precisamente así es que, a través de las redes, me entero del triste acontecimiento de la muerte violenta e insólita de una vecina, y la verdad me ha entristecido mucho; comparto con ustedes la sensación de impotencia y dolor, no puedo ocultarles que me indigna y enfurece que sucedan estas cosas. Lamentablemente no es el único hecho de dolor que nos toca presenciar, no es necesario que haga un elenco de las múltiples dificultades con las que convivimos diariamente en el entorno en el que vivimos.

NO A LA INDIFERENCIA

La primera tentación, fruto de la impotencia, es “agradecer” porque no me pasó a mi, quedarnos en un lamento superficial y sensacionalista que es espontáneo; el Evangelio no nos permite quedarnos sumido en nuestra individualidad que nos limita al comentario y al morbo que se contenta con hablar y fantasear con lo que ha sucedido. La muerte de una inocente debe interpelar nuestra oración, nuestra conciencia, nuestro compromiso en la transformación de la realidad.

NO A LA POLITIZACIÓN

Cuando estas cosas pasan, suele suceder, que no faltan los discursos político – partidarios, como si la delincuencia, la injusticia y la muerte portaran estandartes y colores. Que hay actores políticos y de gobierno que tienen una cuota especial de responsabilidad, es verdad, pero no son los únicos. Entonces no aceleremos las palabras, ni direccionemos acusaciones con soltura y velocidad, porque en verdad, no lograremos otra cosa que retroalimentar un sistema destructivo y voraz donde la dinámica solo conduce a la soledad, el aislamiento, la confrontación y la satisfacción de intereses individuales.

SI A LA REFLEXIÓN Y AL COMPROMISO

Cuantos de nosotros nos atrevemos a preguntarnos ¿en que medida compartimos responsabilidad en un hecho así? ¿es solo una manifestación de violencia e inseguridad? O debemos reconocer que hay una trama de convivencia, de actitudes y opciones personales o familiares que convierten al tiempo y el espacio en el escenario apropiado para que sucedan hechos así?

Cuando reclamamos justicia, y debemos reclamarla!!; Cuando exigimos cuidados y seguridad, y debemos hacerlo!!; Cuando expresamos indignación y pedimos a las autoridades la vigilancia, estrategias apropiadas y decimos que si no pueden hacerlo no deben estar donde están, y es así, porque la soberanía auténtica reposa en la ciudadanía y no en los sistemas. Cuando todo esto sucede, también seamos capaces de auto cuestionarnos y re-proponernos porque la violencia, y la inseguridad no son fenómenos autónomos y casuales, son fruto de un contexto conformado por decisiones personales, familiares y comunitarias. La vigilancia y la represión o la prevención son solo un aspecto de la trama, y que hacemos con tu indiferencia y con mi indiferencia; con tu violencia y con mi violencia; con tus miedos y mis miedos; con tus complicidades y mis complicidades.

Querida comunidad, desde nuestra fe compartida, quiero invitarlos a dejar sacudir el corazón frente a una muerte que nos cuestiona, y frente a la cual no puede conformarnos la sola condena, la sola acusación. En nombre de Dios, vivir el Evangelio, es también estar dispuestos a transformarnos para el bien común de todos.

Desde nuestra comunidad expresamos el dolor y la solidaridad, la cercanía a la familia afectada por esta muerte. No está en nuestras manos “hacer justicia”, más si está en nuestras manos vivir para la justicia, desde la verdad, y al servicio de la paz.

Los convoco a tres días de ayuno, oración y solidaridad, los próximos días: viernes 8, sábado 9 y domingo 10 de junio:

AYUNO. El viernes 8, les pido unirnos en una jornada de ayuno, privándonos de alimento y de consumo superfluo; despojándonos delante de Dios para que podamos expresar nuestro dolor y nos unamos al sufrimiento de los afectados en este hecho.

ORACIÓN. El sábado 9 los invito a una jornada de oración. Orar en primer lugar por el eterno descanso de nuestra vecina, orar por el consuelo de su familia y amigos, orar para que el Señor toque los corazones de los equivocados y confiesen su crimen. Pero orar especialmente para conducidos por el Espíritu de Dios seamos capaces de convertirnos en auténticos agentes de transformación de la realidad junto a aquellos que con fe o sin ella buscan el bien. En la tardecita del sábado, al culminar la eucaristía, a las 18.30 hrs., en la Parroquia, los invito a rezar juntos el santo rosario.

SOLIDARIDAD. En todas las celebraciones de los días viernes 8, sábado 9 y domingo 10, colocaremos una alcancía, para que cada uno deposite en ella un aporte económico, lo que pueda y quiera. Lo recaudado lo entregaremos a la familia afectada; en verdad no sabemos cuáles son las necesidades. La intención es que “nos duela” y que materialicemos la solidaridad sin entrar en detalles, sino como un gesto de amistad y proximidad.

Nada de esto cambiará la muerte que aconteció y que nos enluta a todos, sin embargo, con el lenguaje propio de la fe rompemos el circulo de la distancia, la crítica y el dolor para vivir el amor verdadero.

Dios los bendiga

P. Leonardo Rodriguez

Cura Párroco

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