gran despliegue de seguridad

Comienza la era Bolsonaro en Brasil con la promesa de dar un giro a la derecha

Decidido a satisfacer a su electorado más conservador Bolsonaro se apresta a asumir el martes la presidencia de Brasil.

La hora de la verdad llega para Jair Bolsonaro, que podrá demostrar a partir del martes si tiene tanta habilidad para gobernar Brasil como para hacer seducir al electorado.

El exmilitar, de 63 años, llega con una legitimidad conferida por una clara victoria en las urnas y con un paisaje político devastado por cuatro años de escándalos de corrupción, de crisis económica y de auge de la criminalidad.

La izquierda está dividida y los partidos de centro-derecha quedaron reducidos a fuerzas inexpresivas.

El Partido Social Liberal (PSL) del mandatario, con apenas 52 escaños de un total de 513, será la segunda bancada de una pulverizada Cámara de Diputados.

Para asegurar la gobernabilidad, deberá mantener la convergencia de los lobbies transpartidarios que le dieron un apoyo clave en la campaña: los grandes productores agrícolas, las ultraconservadoras iglesias pentecostales y los defensores de la flexibilización al porte de armas.

También obtuvo el respaldo del mundo de los negocios, seducido por sus promesas de recortes fiscales y privatizaciones.

La tarea se anuncia compleja. La reforma del régimen de jubilaciones, considerada esencial por su equipo económico, encuentra resistencias entre sus propios aliados.

Y el acercamiento con Israel es visto con desconfianza por los exportadores de carne, que temen represalias comerciales de los países árabes.

Uno de sus pocos anuncios concretos fue el de la retirada de Brasil del Pacto Mundial de la ONU sobre Migración. Otro, la precipitación del fin de la cooperación médica con Cuba.

Esas medidas contentan a su electorado, movilizado por una virulenta campaña.

Bolsonaro, un nostálgico de la dictadura militar, formó un equipo de 22 ministros, siete de ellos militares retirados; confió el ministerio de Economía al ultraliberal Paulo Guedes, el de Relaciones Exteriores a un diplomático convencido de que Trump puede "salvar a Occidente" y el de la Mujer, Familia y Derechos Humanos a una pastora evangélica.

En Justicia, colocó al juez anticorrupción Sergio Moro, figura emblemática de la Operación Lava Jato, que llevó a la cárcel a decenas de políticos, incluyendo al expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva.

"Una de las metas para sacar a Brasil de las peores posiciones en los ránkings de educación del mundo es combatir la basura marxista que se instaló en nuestras instituciones de enseñanza", escribió hoy en Twitter el dirigente ultraderechista.

"Junto con el Ministro de Educación y otros vamos a evolucionar para formar ciudadanos y ya no más militantes políticos", agregó el día antes de asumir.

La primera dama

MICHELLE BOLSONARO

Estuvo lejos de los reflectores pero tras la elección de su esposo Jair Bolsonaro como presidente ha iniciado una etapa de mayor exposición.

Michelle de Paula Firmo Reinaldo tiene 38 años es de origen humilde. Fue secretaria en el Congreso y ahí conoció a Bolsonaro en 2007.

El entonces diputado le hizo una oferta laboral que terminó en matrimonio civil. A Michelle, la relación le costó el empleo por tratarse de un caso de nepotismo.

Se dice comprometida con las causas sociales.

Domina el lenguaje de señas y ha dicho que realizaría "todos los trabajos sociales posibles".

Es evangélica y no oculta su admiración por su marido.

Es madre de dos hijas, una de 16 años de una relación pasada y de la pequeña Laura Bolsonaro de 8 años.

Se dice que Michelle es de pulso firme con ellas.

Bolsonaro de 63 años se casó y divorció dos veces antes de conocer a Michelle y tuvo cuatro hijos en esos matrimonios previos.

Ahora la nueva pareja presidencial deberá abandonar su residencia en Rio de Janeiro para instalarse en Brasilia.

Seguridad

Brasilia se prepara para la asunción presidencial de Jair Bolsonaro con un escenario de guerra.

Varios kilómetros de un enrejado especial cercan el Palacio del Planalto, el de Itamaraty, la sede de la Corte Suprema y la totalidad de los edificios que se despliegan a lo largo de la Esplanada de los Ministerios.

“Es el mayor esquema de seguridad en la historia del Distrito Federal” admitió la secretaría de Seguridad Pública.

La parafernalia que desplegarán las Fuerzas Armadas incluye dos misiles guiados a láser, con capacidad para abatir aviones hasta una distancia de 7 kilómetros.

Michel Temer, que debe entregar la banda presidencial a su sucesor, firmó hace dos días un decreto que autoriza bajar cualquier aeronave que se aproxime a la zona de exclusión.

Las Fuerzas Armadas y los organismos de espionaje decidieron proteger al futuro jefe de Estado de cualquier amenaza.

No le faltan argumentos para montar un palco bélico. Recuerdan el atentado aue sufrió en la campaña.

Pero además otra causa justifica extremar las medidas medidas. Se trata de la presencia en los actos del 1º de enero del premier israelí Benjamin Netanyahu y del secretario de Estado Mike Pompeo.

“Es la primera vez que se utilizan estos equipamientos en el traspaso del mando presidencial” admitieron los organismos de seguridad. Policía estatal, federal, bomberos, soldados del Ejército, de la Marina y de la Aeronáutica, se contarán por miles.

Y para entrar en la “Esplanada”, una suerte de avenida central de 2 kilómetros de longitud que da acceso a los predios públicos, será preciso pasar por cuatro barreras.

Unos 20 aviones caza, la mitad de ellos supersónicos, completarán el diagrama.

La secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal estima que el público puede alcanzar a las 250.000 personas.

SEGURIDAD BOLSONARO

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