Enclavado en los Pirineos al norte de Cataluña, se encuentra el valle de Arán.
Valle de Arán, aislado al norte de Cataluña, se resiste a la independencia
Su idioma y cultura son occitanas como en el sur de Francia. Los pobladores rechazan involucrarse en los conflictos del independentismo.
Sus 10.000 habitantes mantienen el idioma y cultura occitanas, y se mantienen alejados del conflicto político entre los independentistas catalanes y el gobierno central español.
“Bossost fue el pueblo a nivel de Cataluña que, en relación a la población que hay, que más votos fueron en contra del independentismo, la gente aquí está bien como estamos, no nos importa estar dentro de España y no hay sentimiento catalán”, explica Juan Francisco Pedarrós, carnicero.
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El parlamento catalán reconoció en la ley de Arán de 2015, el derecho del valle "a decidir su futuro", y dotó de más autonomía al gobierno en áreas como sanidad, servicios sociales, medio ambiente o turismo.
Para el jefe de gobierno son, de facto, una autonomía dentro de una autonomía.
“El Valle de Aran es un territorio que tiene una definición territorial muy concreta y muy definida, tiene una cultura propia, por lo tanto una cultura occitana, nada tiene que ver con el gran aspecto de la cultura catalana y luego tenemos lengua propia que es el aranés que es una variante del occitano”, detalló Carlos Barrera, jefe del gobierno de Arán.
De todas formas, algunos respaldan el proceso de autodeterminación catalán con la esperanza de conseguir con el tiempo un Arán también independiente.
Pero las preocupaciones no son sólo por el origen cultural o la identidad.
“Por supuesto estamos muy preocupado de cómo está yendo todo porque dependemos de Cataluña pero también dependemos de España y como también les comentaba antes, nuestro cliente principal viene de centro de España de Madrid y no podemos despreciar ni uno ni el otro”, dice Xavier Ubeira, Director comercial de un resort de esquí.
El Valle estuvo prácticamente incomunicado del resto del país hasta mediados del siglo XX y algunos aún recuerdan los tiempos en que necesitaban un pasaporte para vender en los pueblos vecinos.
Ahora muchos temen quedarse de nuevo aislados y perder las mejoras económicas de las últimas décadas gracias al turismo de invierno, que los convirtió en una de las comarcas más ricas de Cataluña.
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