Tributo al agro: Astori y Mujica negocian para evitar más crisis

Desde hoy negocian un proyecto único. Las diferencias son insalvables. Intentarán llegar al Consejo de Ministros del lunes con un borrador de consenso.

 

El presidente y el vicepresidente se reunirán en estas horas para cotejar sus respectivos proyectos y llegar al Consejo de Ministros con una sola posición, pero no será tarea fácil porque las discrepancias no son operativas, sino de fondo. Danilo Astori y el presidente José Mujica quieren unificar criterios y llevar al Parlamento un proyecto de impuesto al agro que contemple las aspiraciones de todo el Frente Amplio.

La idea de Astori es llevar al Consejo de Ministros del lunes un proyecto único, aunque Mujica admitió que podría haber dos proyectos del frenteamplismo a debate en el Parlamento. Si no hubiera acuerdo, igualmente Astori quisiera someter a la opinión de otros ministros su proyecto.

Allegados a Mujica dijeron a Subrayado que la negociación llevará dos o tres semanas, aunque hasta el momento los puntos de fricción entre ambos líderes parecen irreconciliables.

Astori, el principal referente en economía del Frente Amplio, quiere replantear el proyecto más allá de la tenencia de tierra, y apostar a la tributación de los productores de acuerdo a la renta.

El plan del vicepresidente es que la tributación tenga en cuenta la realidad de los distintos sectores agropecuarios, y que grave la prductividad y los activos y no sólo la extensión de los campos.

La propuesta Mujica sólo contempla como único contrapeso el Coneat, un índice promedio -cociente entre hectáreas y productividad- que forma parte del cálculo de la Contribución Inmobiliaria Rural.

Los astoristas creen que el agro no es monolítico. Una cosa será el alza de los precios internacionales previsto en el arroz, sorgo y soja. Otra cosa será el comportamiento a la baja que se espera en otros cultivos como grirasol, cebada, trigo y maíz.

El sector del vicepresidente no quiere, por ejemplo, que aporte lo mismo el ganadero pobre del norte y noreste que el productor lechero del sur, o el productor sojero del litoral oeste, que experimenta un auge de sus productos desde hace cuatro años.

La faena de ganado no saldrá del estancamiento de los últimos años: se prevé menos de 2 millones de cabezas de faena y una población estable de 11 millones de animales.

Para los astoristas el proyecto de Mujica es un "desviacionismo dirigista" que puede ser un alerta para eventuales inversores, inclusive más allá del sector agropecuario. Uruguay espera inversiones de casi 10.000 millones de dólares en los próximos cinco años.

Este jueves, en radio El Espectador el propio vicepresidente fue explícito: "el proyecto cambia las reglas de juego y no es una buena señal para los inversores", le dijo al periodista Emiliano Cotelo en el programa En Perspectiva.

Astori se mostró molesto porque los temas tributarios estén teniendo “tanta exposición pública”.

“Yo conozco muy bien al presidente Mujica y el presidente Mujica tiene una enorme capacidad para escuchar a quien piensa distinto. En innumerables oportunidades lo hemos hecho y seguiremos haciendo", dijo Astori y destacó que habrá un sólo proyecto.

Uno de los puntos de fricción más fuertes entre Astori y Mujica será el destino del dinero. Para el vicepresidente debe ir a carreteras, puentes e infraestructura logística. Para Mujica, al menos en su última versión, debería ser destinada a caminería rural.

 

LA TIERRA VALE CUATRO VECES MÁS Y LOS IMPUESTOS AJUSTARON POCO

El polémico proyecto impositivo del presidente consiste en gravar la tenencia de tierra a partir de las 2.000 hectáreas. Según el presidente gravaría a 1.100 padrones, menos de 2 por ciento de los productores rurales del país.

Mientras que el 10% de la población más rica recibe el 30% del ingreso de todo el país, el 10% de los productores más grandes es propietario del 64% de la tierra. Esta información surge de un comunicado que Presidencia colgó anoche en su página web.

Según la información oficial, los últimos 10 años el valor de la hectárea se multiplicó por 4,2, pasando (a valores de 2009) de 740 a 3.114 dólares, situación que no se reflejó en la carga tributaria del sector, ni en el valor de la contribución inmobiliaria. Si la contribución hubiese acompañado la valorización real de la tierra, el pago actual debería ser de 16 dólares por hectárea y no los 4 dólares que actualmente se tributan.

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