Carlos Ocampo, de 46 años, es empleado de OSE. Es un hombre como muchos. Y un padre como pocos. Hace unos días, en plena Navidad, le cedió un riñón a su hija Camila, en un hecho que ha conmovido a la ciudad de Nueva Palmira, donde reside la familia.
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Trasplante de riñón de padre a hija conmueve a Carmelo
Esta Navidad fue especial para la familia Ocampo-Bermúdez de Nueva Palmira. Gracias a la operación, Camila quiere cumplir su sueño de ser maestra.
“Es la segunda cosa más importante que hice en mi vida”, dice Ocampo a El Eco Digital, tratando de quitarle trascendencia a la situación. “Es mi hija y punto”.
Ocampo y su hija -nacida en 1994- son dos personas muy queridas en su ciudad, la tercera en importancia del departamento de Colonia.
El trasplante de riñón tuvo lugar en el Hospital Evangélico de Montevideo a través del Fondo Nacional de Recursos (FNR)
“Lo mejor que tengo en mi vida es mi familia, y lo segundo mejor que hice en mi vida es esto”, dijo visiblemente emocionado.
Hace tres años que Camila se dializa y fue ingresada en lista de espera para el trasplante en 2011.
“Nos hicimos los estudios y yo era compatible. Al principio ella no quiso el trasplante, y respetamos su decisión”, contó Ocampo.
Pero desde hace unos meses se le detectó un problema paratiroideo. Los médicos le dijeron que tenían que operarla sí o sí.
Entonces, Camila optó por “el riñón de papá”, agregó Ocampo, orgulloso.
El miércoles de la pasada semana se efectuó el trasplante en dos blocks quirúrgicos simultáneos. “Los médicos dijeron que fue un éxito”.
La familia está muy agradecida a los hermanos Daniel y Alfredo Fiandra, un apellido ilustre en medicina. Se trata de los hijos del famoso doctor Orestes Fiandra, convertido en celebridad mundial por la implantación de los primeros marcapasos.
Ocampo quiere destacar que su hija merece de sobra esta oportunidad de vivir con más autonomía.
Dializarse todos los días era una forma de que se manifestara su temperamento y su gran persistencia.
“No era un tema de enfermedad, lo tomaba como un trabajo. Iba contenta, tenía buenos amigos, compañeros, médicos y enfermeros, con quienes tenía una relación muy cercana”, recordó.
Él y su esposa Nancy Bermúdez la acompañaban casi siempre. Estaban allí durante las cinco horas que duraba el tratamiento.
“A veces no teníamos ni plata para el pasaje. Yo digo la verdad...”, dice el padre.
Desde 2013, la propia Camila tomo sola las riendas de la dialización porque comenzó a viajar para los cursos del Instituto de Formación Docente. Es que ella quiere ser maestra.
“Estudiaba de mañana y de tarde se iba a dializar. Jamás se quejó. Es joven y tenaz”, dijo Carlos, que se siente feliz por la familia que posee.
FOTO: Facebook de Camila Ocampo.
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