A nivel nacional son unos 1200 los residenciales y hogares de larga estadía, de los cuales alrededor de la mitad están en Montevideo. El Hogar Schiaffino, en Aires Puros, es quizás el de mayor historia del país. Está ubicado en la esquina de Pedro Trápani y Domingo Ordoñana, detrás de un portón de hierro antiguo, desde donde solo se puede ver un camino arbolado que pertenece a una casa que es patrimonio nacional.
Quinta Piñeyrúa: de casa de veraneo de alta sociedad en 1870 a hogar de 40 ancianos
Con la baja de casos de covid-19 y la vacunación, las visitas y salidas de los residentes en hogares de larga estadía tiende a normalizarse. Un equipo de Subrayado visitó el Hogar Schiaffino.
Tras el camino, se descubre una fastuosa residencia que supo ser, en la última década del 1800, la casa de veraneo de la familia Piñeyrúa Etchenique. Años después se convirtió en el Hogar Amelia Ruano de Schiaffino, adaptada en su misión a los tiempos que corren, y donde actualmente viven entre mujeres y hombres, unos 40 residentes .
“Y tenemos de personal 36 personas, entre la parte administrativa, cocina, mantenimiento, las cuidadoras, enfermería”, explicó María Esther Tarde, directora honoraria del hogar. Además, aclaró que no se trata de una institución pública, sino privada, que se solventa con ingresos por residentes privados y lo que el Banco de Previsión Social abona por ancianos del convenio Cupo cama.
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Es el pago por parte del BPS de un subsidio a quienes viven en viviendas otorgadas por el organismo, pero que ya no pueden estar solos.
Don Uber Lagazeta vive en Schiaffino desde hace 4 años, y como la mayoría de los residentes está por ese convenio. Adaptarse, señala, le llevó su tiempo, pero ahora la situación es diferente.
“Se respira naturaleza. En otros lados veo que están encerrados en casas, apenas pueden salir afuera. Acá no. Yo, por lo menos, que me siento bien, ando por todos lados”, contó Uber.
Luis gomez hace un poco más que está, y él se considera de los privilegiados, porque cuando ingresó le tocó vivir en una de las habitaciones de la casona antigua.
La describe como “linda, linda, grande”. Ahora no se puede habitar porque se ha deteriorado y no hay dinero para arreglarla.
El hogar funciona en la parte nueva, detrás de la casona, pero fue construido también hace muchísimos años.
“Por estatuto somos un hogar de ancianos, una sociedad civil sin fines de lucro, pero nuestra prioridad son los residentes. Que parte de la propiedad es una casona que es patrimonio, es verdad, pero nuestra prioridad es el hogar, con los 40 residentes que tenemos”, añadió Tarde.
LA HISTORIA DE LA QUINTA PIÑEYRÚA
El casco de la casona que hasta hace muy pocos años los residentes del hogar habitaban, fue declarado Patrimonio Nacional en 1974.
Cuenta la historia que en el siglo XVIII, las tierras de las márgenes del arroyo Miguelete se distribuyeron entre los primeros pobladores para su producción. Pero a fines de 1800, se destinaron a residencias de veraneo llamadas villas y quintas .
Fue así que en 1870, don Pedro Piñeyrúa, accionista del ex Banco Comercial, promotor del Jockey Club, saladerista y padre de 16 hijos, mandó a construir su casa de veraneo de 25 mil metros cuadrados.
A principios de 1900 debió venderla para pagar deudas.
Francisco Piria fué quién la adquirió, pero al poco tiempo también la vendió.
Fue adquirida, entonces, por la Sociedad de Damas de Caridad, fundada por Amelia Ruano de Schiaffino.
“Buscaron un lugar para hacer un sanatorio psiquiátrico, para señoras y señoritas”, contó Amelia Schiaffino, nieta de la fundadora.
Es que entre los 14 hijos que tuvo su abuela, recuerda Amelia, había una con problemas psiquiátricos, de ahí la necesidad del lugar. La compra fue a crédito porque el dinero no les alcanzaba.
Luego pasó a ser un hogar para ancianos y hasta 1991 fueron las hermanas capuchinas quienes estuvieron a cargo.
Cuando uno llega al lugar, queda maravillado con la estructura del edificio de influencia europea. Pero además, el predio de unos 25 mil metros cuadrados, tiene un jardín con árboles centenarios.
Desde araucarias de diferentes especies hasta cedros, palos borrachos, árboles del cielo o de la bruja hasta un rosedal. El parque tiene, además de bancos y senderos, una gruta con la imagen de la virgen de Lourdes.
En el interior de la casona, hoy patrimonio nacional y difícil de mantener para las damas de la caridad: una parroquia, ambientes que aún conservan su mobiliario, vajilla de la época y un piano de origen alemán. Mármoles de carrara y cristales de saint gobain y, al levantar la vista, los techos que maravillan con su esplendor .
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