La universidad de Mosul -una de las más grandes de Irak- espera la próxima reinauguración de su espléndida biblioteca central, dañada por los combates y por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), que quemó miles de libros.
Nueva vida para las bibliotecas en Mosul tras el paso del yihadismo
La universidad de Mosul -una de las más grandes de Irak- espera la próxima reinauguración de su espléndida biblioteca central, dañada por los combates y por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), que quemó miles de libros.
La metrópoli del norte era conocida por sus bibliotecas, librerías y libros raros, preservados durante siglos.
Pero cuando Mosul estuvo bajo el control del EI entre 2014 y 2017, estaba prohibido y se castigaba leer libros que violaran la ideología rigorista de los yihadistas.
Así, miles de libros de filosofía, derecho, ciencia y poesía fueron quemados y los yihadistas vendieron algunas obras preciosas en el mercado negro.
"Cuando volvimos vimos los libros retirados de sus estantes, en el suelo y quemados", recuerda Mohamed Yunes, director de la prestigiosa biblioteca universitaria.
A pesar de las pérdidas incalculables, el nuevo edificio reabrirá sus puertas a finales de febrero, tras una renovación financiada por la ONU.
Erigida en cuatro plantas, la biblioteca -con elegantes fachadas de cristal oscuro- contará al comienzo con más de 32.000 libros en los estantes, además de los títulos consultables en línea. Con el tiempo, albergará un millón de libros.
"Antes teníamos más de un millón de libros, algunos de los cuales no se encontraban en ninguna otra universidad de Irak", comenta Yunes.
El establecimiento, fundado en 1967, se vio privado del 85% de sus obras. Con los yihadistas a las puertas de Mosul, "solo pudimos transferir los libros raros y un número limitado de revistas extranjeras", explica.
Sin embargo, para compensar las pérdidas, Yunes menciona un "número muy importante" de donaciones de libros efectuadas por "universidades internacionales o árabes, para permitir el renacimiento de la biblioteca".
A la espera de su traslado, la biblioteca fue colocada en unos locales demasiado estrechos en la facultad de Ingeniería, donde los estantes se hunden bajo las colecciones apiladas unas sobre otras.
Los libros están por todas partes, atados en mesas y escritorios o guardados en cajas.
Tarek Attiya, de 34 años, era estudiante en Mosul antes de comenzar una tesis en lingüística árabe en la universidad de Tikrit. Su búsqueda de títulos le llevó a visitar las universidades de Kirkuk y Mosul.
"La universidad de Mosul es la madre de todos los libros. Hay una gran diferencia entre lo que solía ser, y su situación actual después del EI", lamenta Attiya, aunque reconoce una "tímida mejora".
Ciudad histórica de comerciantes y aristócratas, Mosul se enorgullecía de una vida cultural e intelectual muy rica.
Entre las donaciones de las grandes familias, la producción local -la primera imprenta de Irak nació en Mosul en la segunda mitad del siglo XIX- y los intercambios culturales, esta encrucijada comercial histórica de Medio Oriente conservaba millares de libros raros y antiguos, sobre todo litúrgicos.
La biblioteca del Waqf, la instancia pública que administra los bienes religiosos musulmanes, conservaba pergaminos de 300 o 400 años de antigüedad, pero "todos desaparecieron", lamenta su responsable, Ahmed Abd Ahmed.
La calle Al Nujaifi, históricamente la de los libreros, todavía lleva los estigmas de la destrucción. A lo largo de la carretera recién asfaltada, se alinean las tiendas abandonadas.
Bajo los arcos de piedra de los edificios antiguos, montículos de escombros esperan ser removidos y solo un puñado de comerciantes reabrieron después de haber pagado ellos mismos los trabajos de restauración.
La biblioteca central de Mosul reabrió sus puertas a finales de 2019, después de las obras de recontrucción. El establecimiento público, fundado en 1921, albergaba 121.000 títulos, entre ellos "algunos libros y revistas que databan de casi un siglo", confía su director, Jamal Al Abd Rabbo.
En sus estantes se alinean antiguas manufacturas encuadernadas de cuero desgastado. "Hemos perdido 2.350 libros de literatura, sociología o religión", explica el responsable, pero entre las compras y las donaciones, el establecimiento cuenta ahora con 132.000 títulos", destaca orgulloso.
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FUENTE: AFP
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