Murió y dejó su fortuna para que los niños de su pueblo puedan estudiar
Virginia Pérez Buendia tenía 86 años. Se percataron del cadáver un mes después de su deceso. Ahora todos la recordarán con cariño.
Virginia Pérez Buendía murió a los 86 años, sola, en su apartamento de Madrid, y dejó un testamento sorpresa: su cuantiosa fortuna -estimada en 10 millones de euros- tendrá como destino financiar los estudios de todos los niños de su pueblo natal, Valverde de Júcar, informa hoy la prensa española.
Virginia era la última sobreviviente de una reconocida familia de harineros de la región de Cuenca. Su velatorio y entierro fue casi a solas con los trabajadores de la funeraria.
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De hecho, su cadáver pasó casi un mes en su apartamento sin que nadie se percatara de su muerte.
Ella llevaba mucho tiempo fuera de sus pagos y casi no tenía contacto con vecinos de la zona.
Sin embargo, la decisión había sido adoptada en 1983, cuando dejó por escrito un testamento en el que donaba sus bienes para la concesión de becas destinadas a financiar la educación de los niños y jóvenes de este pueblo conquense.
Para gestionar la herencia, el alcalde, el cura y el juez de paz tienen que constituir una fundación que llevará los apellidos de la donante, ‘Pérez Buendía’.
Además, serán patronos un maestro, un agricultor, un industrial, un obrero y un autónomo. Todos han de ser vecinos de Valverde. El objetivo será gestionar la herencia en becas educativas.
Del patrimonio de la anciana, un 85% de los beneficios del capital se destinarán a los fines de la Fundación, el 10% para fondos y el 5% restante para otros gastos.
FOTOS. Homenaje en Valverde de Júcar, el documento que propone la fundación y la puerta del apartamento de la filántropa fallecida. Imágenes tomadas de informe de Cadena Ser.
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