Es "peor que una plaga", lamenta Pedro Antonio Sánchez mostrando la arenilla volcánica en una platanera, que constituye, junto a la falta de agua, la gran amenaza para la principal fuente de riqueza de la isla española de La Palma.
Los plátanos de la isla de La Palma, amenazados por falta de agua y la ceniza del volcán
Es "peor que una plaga", lamenta Pedro Antonio Sánchez mostrando la arenilla volcánica en una platanera, que constituye, junto a la falta de agua, la gran amenaza para la principal fuente de riqueza de la isla española de La Palma.
"Es peor que un bicho, peor que una plaga, porque esto araña" los plátanos, maldice Sánchez, de 60 años, propietario de una pequeña plantación, refiriéndose a esta gravilla que llueve del cielo desde el inicio de la erupción del Cumbre Vieja, el 19 de septiembre, en esta isla del archipiélago de Canarias en el océano Atlántico.
Una vez la arena se ha posado sobre la fruta, empieza la pesadilla, porque es casi imposible sacarla y se daña con la manipulación, el transporte y el empaquetado: los grandes racimos de plátanos, que aquí llaman "piñas" y pueden pesar hasta 70 kilos, se cargan a hombros.
"Tienes que soplarla, o con agua, no sé cómo hacerlo. Cuando cae rocío por la noche la arena se pega con el agua del rocío, y entonces no sale por la mañana, no sale", insiste Sánchez.
La piel del plátano se ennegrece en forma de arañazo -nada que ver con las motas negras que señalan a un plátano maduro-, y aunque el plátano siga siendo bueno, es rechazado.
"Las normativas de calidad europeas impiden comercializar los plátanos con rasgadas superiores a los cuatro centímetros cuadrados en cada uno, aunque por dentro estén perfectos y se puedan consumir sin riesgo alguno", explicó a la AFP Esther Domínguez, responsable del departamento técnico de la Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias (ASPROCAN).
El buen humor, la gracia y la locuacidad abandonan al agricultor cuando vuelve su mirada a la fruta.
"No tienes ganas de trabajar, dan ganas de tirar la toalla, porque los veo tan feos y tan mal... La situación es tan mala", confiesa Sánchez.
El plátano, dice, "es una planta agradecida", pero necesita mucha agua. Y en estos momentos, "la falta de agua es la amenaza más importante".
El volcán ha afectado sobre todo al valle de Aridane, en el suroeste de la isla, donde la lava destrozó una cañería que abastecía de agua a las propiedades de las zonas de El Remo, Puerto Naos y La Bombilla.
La isla no tiene ríos o grandes lagos, se abastece sobre todo de lluvia y acuíferos, y sufre tradicionalmente problemas de escasez.
El martes por la noche llegaron a la isla dos desalinizadoras de agua y se espera que la semana que viene llegue un buque cisterna.
"No tenemos ahora mismo otra forma de poner agua ahí, en tan poco tiempo", explicó en Radio Nacional de España (RNE) Víctor Navarro, director general de Aguas de la comunidad autónoma, describiendo la solución como "urgente, inmediata y paliativa".
"Ha habido una merma" de las llegadas de plátanos "del 50-60%" desde que empezó la erupción, dijo a la AFP Enrique Rodríguez, de Covalle, una cooperativa de la zona a la que llegan los plátanos para ser empaquetados y enviados a sus destinos.
La caída de la producción se debe a "las fincas que se ha llevado la lava, y porque a las otras les cuesta más" producir por las restricciones de acceso a fincas próximas a la colada.
La Palma produjo 148.000 toneladas de plátanos en 2020, el 34,5% de las islas Canarias, según ASPROCAN.
Es la segunda isla de las Canarias en términos de producción, después de Tenerife.
Es fácil distinguir a los cultivadores de plátano por las manchas de color marrón de sus camisetas, causadas por la leche que suelta la fruta cuando se le corta la flor y que son imposibles de limpiar.
El plátano aporta el 50% del Producto Interior Bruto (PIB) de La Palma, según la Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias.
De las 70.000 hectáreas que tiene la isla, el 10% están dedicadas a uso agrícola, principalmente al cultivo del plátano (43%), pero también a la vid (13%) y al aguacate (12%) -que requiere también grandes cantidades de agua-, según la Fundación Canaria Reserva Mundial de la Biosfera La Palma.
El plátano, dice Sánchez, "necesita mucho riego y cada 7 días. Ahora se está regando cada 15 días, para ahorrar agua, y no se van a secar, pero la fruta lo nota".
Más del 80% de las plantaciones de las Canarias son inferiores a una hectárea. Los ingresos son escasos y los agricultores viven al día.
A Sánchez le gusta el cuidado de las plataneras, pero está harto de malvivir.
"Hay meses de 1.000 euros, de mil y pico, pero la norma es poco", a veces solo 300, explica Sánchez, angustiado por el futuro: "no me dan ganas de trabajar", dice abatido.
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FUENTE: AFP
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