La selfie del adolescente Tom White, de Omaha, debe ser de las mejores del año. Por pura casualidad se encontró con Paul McCartney y el millonario Warren Buffett (como si Paul no fuera millonario, claro) paseando por su ciudad. McCartney y Buffett son muy amigos, y muy de vez en cuando se juntan para conversar en distintos lugares del mundo, allí donde los lleva sus respectivas profesiones.
Las mejores y las peores del selfies de 2014
El año que se está yendo ha sido un ciclo pródigo en autofotos, algunas muy oportunas y otras que dan vergüenza ajena.
Tom tuiteó la foto y tuvo la increíble suerte de que el exBeatle se la retuiteará y le diera Like en cuanta red social subió la foto.
Es que a veces las selfies son significativas por quién o quiénes están dentro de cuadro, así en otras situaciones importa la situación, por ejemplo estar girtando la cámara 360º en la torre más alta de Hong Kong.
Por qué alguien quiere estrar el brazo y scarse una foto con su propio celular. A veces, dominados por la emoción de lo sublime, y a veces invadidos por la tristeza.
Algunas slefies provienen de celebridades establecidas y otras, como es el caso de la abuela Betty, tienen como eje a una auténtica famosa de emergencia. Sus autofotos son hit en redes sociales.
Unas son cómicas por mérito propia y otras son víctimas del humor involuntario de su protagonista.
Una autofoto casual entre dos adolescentes británicas tuva una colada de lujo: la reina de Inglaterra, en persona, estaba del otro lado del tejido.
Otras selfies dignas de mención son las de Barack Obama y su vice Joe Biden, la del tenista Andy Murray junto a su amigo bromista Nole Djokovich luego de un juego amistoso en el Madison Square Garden, o la que se sacaron Lucas Podolski y su compañero Batian Schweinsteiger apenas habían conseguido la Copa del Mundo en Brasil.
Un astronauta manda la primera selfie desde el espacio y por supuesto en lista está la autofoto convocada por Ellen De Generes en la ceremonia de los Oscar. En cuadro aparece una selección de superestrellas de Hollywood que ningún productor podría pagar.
Y por supuesto, hay algunas selfies más o menos lamentables. Ya sea por la torpeza, o por la falta de sentido de la oportunidad. Es que la selfie busca el culto a la personalidad, pero sobre todo tiene como eje congelar algún momento especial o de particular gloria. Algunas de estas fotos no sólo no lo consiguen, sino que además prolongan la vergüenza para una innecesaria eternidad.
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