En el marco de los 50 años del golpe de Estado, los expresidentes de Uruguay, Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle y José Mujica reflexionaron sobre las lecciones que dejaron esos años.
Las lecciones que dejó el golpe de Estado para los expresidentes uruguayos
Julio María Sanguinetti, José Mujica y Luis Alberto Lacalle reflexionan sobre el valor de la democracia.
"Yo diría que lo primero es mirar como todos los episodios históricos, en su contexto y perspectiva. El golpe de Estado no fue un relámpago que sorpresivamente apareció. Fue la resultancia de un largo período de violencia política", expresó Sanguinetti, para quien es importante entender que se trató de un proceso complejo.
En ese sentido, aclaró que "no se trata de pasarnos factura", pero que "empieza con una acción guerrillera y termina con la embriaguez mesiánica que le ocurre a los mandos militares victoriosos frente a esa guerrilla y que se sintieron llamados a refundar el país sobre la base de su autoridad".
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La lección para Sanguinetti es, entonces, "que no hay sustituto para el ejercicio democrático" y cuestionó la dicotomía de la época que planteaba que la constitución refería a libertades burguesas. "Creo que la visión optimista es que pudimos hacer una transición sin excluídos. Nuestro gran lema en ese entonces era ese. Un cambio en paz, sin excluídos, y todo el mundo se incorporó", afirmó el dirigente colorado y destacó la importancia del debate respetuoso.
Por su parte, José Mujica dijo que "lo que llamamos democracia de ninguna manera es perfecta ni está terminada". La imperfección, desde su mirada, está dada por "las brutales desigualdades que terminan concentrando indirectamente demasiado poder político directo o indirecto en la concentración de las fuerzas económicas".
De todas maneras, el expresidente por el Frente Amplio, dijo que en su imperfección, la democracia "es institucionalmente, por ahora, lo mejor que hemos podido construir los humanos" y que "hay que cuidarla". También dijo que los defectos no son de la democracia, como institución, sino de la humanidad.
El expresidente por el Partido Nacional, cree que tanto por parte de guerrilleros como los militares que tomaron el poder se desvalorizó el sistema que tenía garantías y "libertad absoluta". "La tradición, el ADN del país, es el ADN de la legitimidad, del gobierno a través del voto y del ejercicio de los poderes del Estado en forma constitucional", expresó.
Considera que es importante no ir al extremo y que las posiciones diferentes tienen que defenderse "apasionadamente, pero reconociendo que del otro lado hay que escuchar, por lo menos". "Yo diría no extremar el derecho", remarcó.
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