La vivienda, mucho más que paredes y un techo
El lugar donde vivimos es más que las paredes. Es un sitio que proporciona seguridad, refugio, contención y donde aprendemos nuestros primeros y más duraderos afectos. Pero si bien la vivienda es un tema central a lo largo de toda la vida.
El lugar donde vivimos es más que las paredes. Es un sitio que proporciona seguridad, refugio, contención y donde aprendemos nuestros primeros y más duraderos afectos. Pero si bien la vivienda es un tema central a lo largo de toda la vida, en los mayores adquiere características singulares porque se suma a otras vulnerabilidades.
Las mayores debilidades de la vivienda en la tercera edad no están dadas por el acceso sino por otros factores.
En Uruguay la gran mayoría de los adultos mayores es propietario y vive en su propia casa. Es decir que la vivienda no es un problema para 8 de cada 10 personas de 65 años y más años. Más de la mitad (53%) vive solo o en compañía de otro adulto mayor: 33% reside en hogares uni personales, es decir una persona mayor que vive sola y otro 20% son hogares bipersonales es decir de dos adultos mayores.
La otra mitad de los mayores vive en lo que se denominan "hogares extendidos" donde conviven distintas generaciones, como abuelos, hijos y nietos (1)
Generalmente esto está determinado por los ingresos familiares, ya que las personas adultas mayores de menores ingresos suelen vivir en hogares extendidos y las de mayores ingresos en hogares unipersonales.
Y un porcentaje más pequeño de adultos mayores vive en hogares de ancianos o casas de salud. En esta modalidad viven 2,4% de los mayores, un porcentaje que es de los más altos de la región.
Mas allá que numéricamente son relativamente pocos los mayores que viven en hogares compartidos, el tema es de alta sensibilidad para la sociedad.
El problema habitacional en esta etapa tiene mucho que ver con la contención social, la integración barrial y familiar, porque es periodo de la vida marcado por la emancipación de los hijos, la viudez o la necesidad de afrontar la discapacidad de uno de los integrantes de la pareja.
Otro problema que adquiere relevancia son las dificultades de mantenimiento y conservación de los edificios en los que viven los adultos mayores y la accesibilidad de las viviendas. Si bien la calidad de la construcción y el estado de conservación de la vivienda para los hogares con jefes mayores a 65 años es buena, 4 de cada 10 presenta problemas moderados o graves de conservación. Y muchas presentan dificultades para una circulación segura, por la presencia de escaleras sin pasamanos, o alacenas altas o muy bajas, sillones muy bajos entre otras barreras.
Pero mas allá de los números, a todos nos debe importar cómo las personas mayores viven estos años y cómo sumar calidad de vida.
No hay recetas para decidir donde deben vivir. Depende de cada caso particular.
Siempre es positivo mantener el ambiente familiar si están dadas las condiciones para ello. Sin embargo hay que escuchar y sobre todo respetar la opinión de las personas mayores. Evaluar su autonomía para vivir sola y los cuidados que requiera , pensando en que nos gustaría hacer cuando lleguemos a viejos.
Y si estamos a tiempo, proyectar esos pequeños cambios en la vivienda para cuando no tengamos todas las habilidades, o recursos y disfrutemos por anticipado de los beneficios de una buena vejez.
Fuentes consultadas
(1) Panorama de la vejez en Uruguay. Federico Rodríguez y Cecilia Rossel
Coordinadores. IPES Ucudal Fondo de Población de Naciones Unidas 2009
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