La bielorrusa Svetlana Aleksándrovna Aleksiévich, nacida en 1948, ha sido galardonada con el Premio Nobel de Literatura 2015.
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La bielorrusa Svetlana Aleksiévich ganó Premio Nobel de Literatura 2015
Periodista de profesión, de 68 años, ha recibido varios premios internacionales. Voces de Chernobyl, su único libro en español.
Según el jurado, recibió el galardón por su "obra polifónica, memorial del sufrimiento y de la valentía en nuestra época".
Periodista por tradición familiar, estudió periodismo en la Universidad de Minsk desde 1967.
Varios libros suyos han sido publicados en Europa, Estados Unidos, China, Vietnam e India. Desde 1996 ha recibido numerosos premios internacionales, como el polaco Ryszard-Kapucinski en 1996, el Premio Herder en 1999 y el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán (2013) entre otros.
Aunque ingresó en 1984 en la Unión de Escritores de la Unión Soviética, no pudo publicar hasta la llegada de la Perestroika en 1985 el primer libro de su ciclo «El hombre rojo. La voz de la utopía». Traducida a más de veinte idiomas, el libro narra el inconmensurable coste de la victoria sobre la Alemania nazi en la Gran Guerra Patria (1941-45), como se conoce en esa zona del mundo, la Segunda Guerra Mundial.
Su obra está marcada por el hipercriticismo a las estructuras que dejó el período stalinista y post-stalinista entre 1939 y la caída en 1989. La invasión de la URSS a Afganistán, un golpe en la línea de flotación durante la decadencia del imperio soviético.
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En español se ha publicado Voces de Chernóbil, libro escrito en 1997.
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Una vez consumada la caída de la URSS, Alexievich dio una nueva vuelta de tuerca en su investigación sobre el fracaso de la utopía comunista con «Hechizados por la muerte», un reportaje literario sobre el suicidio de aquellos que no soportaron el fracaso del mito socialista (1994)
Aleksiévich instaló el concepto de "homo sovieticus" con "Tiempo de segunda mano", publicada en 2013, un año en el que sonó como una de las favoritas al Nobel.
En su opinión, el título de ese libro alude a que los soviéticos viven de prestado, ya que no estaban preparados ni para la Revolución Bolchevique, ni para la Perestroika, ni para la pesada carga de libertad que trajo la caída del sistema comunista.
"El homo sovieticus nunca tuvo experiencia de libertad o democracia. Creímos que con solo derribar la estatua de (el fundador del KGB, Félix) Dzherzhinski, seríamos Europa. La democracia es un trabajo duro que lleva generaciones", indicó.
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