Su clásico saludo era con un fuerte apretón de mano, sacudiendo el brazo, con una sonrisa y con algún comentario irónico, gracioso, desafiante, cordial.
Jorge Larrañaga, semblanza de un político irremplazable
Entrador como hombre de campo, desconfiado y paciente al escuchar al otro. Era blanco, nacionalista, artiguista, sanducero.
Entrador como hombre de campo, desconfiado a veces, por estar curado por el tiempo de amistades y desengaños, y también paciente al escuchar al otro. Jorge Larrañaga era un pasional.
No se resignaba ante una caída, ni se apuraba a meter para adelante, pero quería estar en todos lados y al mismo tiempo, no perder la oportunidad de hacer. Estar en la boletería y en las gateras, arriba del pingo y en el palco alentando, sufriendo la carrera, y festejando al cruzar el disco
El invierno prepara su llegada con lluvias y posterior descenso de la temperatura
Larrañaga era blanco, nacionalista, artiguista, sanducero; con un rastro familiar que se vincula al origen mismo de la república
Tenia paciencia para esperar su momento por eso esperó y esperó en la vuelta a la democracia, para ocupar una banca de diputado como primer suplente, pero el titular ni se enfermaba, ni tomaba vacaciones. No entró nunca, pero tenía revancha. Preparó la carrera hacia la Intendencia y ganó en 1989 siendo muy joven
No es fácil para los políticos del interior, abrirse paso en la capital. Larrañaga armó una escudería con otros colegas, gente de tierra adentro.
Desembarcó en Montevideo y ganó un espacio con su Alianza Nacional. La carrera política del Guapo fue de la mano de una carrera imaginaria de la hípica. Su imagen mutaba de enojo a risa, en un santiamén y tenía aguante. Soportó estoico desprecios, burlas, rupturas, críticas ácidas, convencido de que siempre hay posibilidad de levantarse. Tuvo éxitos y nuevos tropiezos, y en 2019 celebró que los blancos volvían al gobierno.
Le tocó una difícil, quizá la más difícil, bailar con la más fea. Tanto por lo complejo del Ministerio del Interior, como por las expectativas generadas. El otoño de 2021 lo encontraba en su mejor momento de simpatía popular y con alta aprobación de la gente a la política de seguridad.
Casi no tuvo tiempo de saborear esos logros. Su corazón, que latió con tanta intensidad siempre, se detuvo, se frenó y en su despedida … el silencio de tristeza. Y un sonido (el de las sirenas) que rompe el silencio como homenaje en el adiós.
"El Guapo" como apodo
"El apodo del guapo me lo pusieron de gurí, cuando tenía cuatro o cinco años iba al Hipódromo San Felí y a veces no me quería ir, entonces mi padre le decía a mi madre 'dejalo, nosotros nos vamos' y yo me quedaba", relató Jorge Larrañaga, en un documental realizado por Mateo Guitérrez, hijo de Héctor Guitérrez Ruiz, en 2014.
En las imágenes del documental, Larrañaga relató hechos sobre sus orígenes y su vida. "En el Hipódromo me quedaba con cualquiera, me conocía todos. Dos por tres hacía alguna bandidiada, y a veces algún cuidador o algún peón me pegaba un alpargatazo", agregó. "Entonces yo me ponía en posición de guardia", relató entre risas. "Nunca le contaba a mi padre, porque podía ligar doble".
"Fue en el ámbito del hipódromo que empezó a darse el sobre nombre del guapo, y después cuando tenía siete años mi padre le puso a un caballo El Guapo", concluyó.
Este domingo Subrayado comenzó con un video en recuerdo al ministro Larrañaga, repasá las imágenes.
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