El investigador Juan Carlos Noya analizó este lunes la realidad uruguaya sobre el bullying, en una jornada en la que llamó a la reflexión tanto a educadores como a las familias.
Investigador afirma que "no hay colegios libres de bullying" y llamó a trabajar con los testigos
Recomendó generar espacios para que la reflexión y las buenas prácticas. Y a las familias, fomentar una educación en valores, como empatía, compañerismo, tolerancia y respeto.
En el Día Internacional de Lucha contra el Bullying, advirtió de importantes consecuencias desde el punto de vista psicológico, tanto para las víctimas que son hostigadas en la escuela o en el liceo, como para los acosadores y los testigos de esos episodios de violencia.
Habló de una responsabilidad compartida, donde las instituciones educativas se tienen que hacer cargo del rol que les corresponde, pensando el tema y poniéndolo sobre la mesa.
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A los educadores, recomendó generar espacios para que la reflexión y las buenas prácticas. Mientras que a las familias, fomentar una educación en valores, como empatía, compañerismo, y tolerancia y respeto a las diferencias.
Noya consideró que el fenómeno no crece en Uruguay y sí la visibilidad. Hizo referencia a la vulneración de derechos no solo de la víctima sino también de los demás que viven en un clima de violencia entre compañeros de clase. Con respecto al acosador, dijo que tiene una historia de vulneración de derechos en su crianza.
El investigador y consultor sobre Convivencia Escolar y Bullying para UNICEF, instó a trabajar no solo con el acosador y el acosado, sino que además con espectadores y testigos para que se identifiquen y empaticen con el dolor de la víctima e inclinen la balanza hacia ella.
“No hay colegios libres de bullying ni acá ni en ningún lugar del mundo”, afirmó el presidente de la Asociación de Institutos de Educación Privada. El problema no es erradicable, lo contraproducente para las instituciones educativas es negarlo.
Los casos de bullying se dan de los 9 a los 15 años. Si bien se producen antes y después, son menos frecuentes. El pico se observa en los 12 y 13 años, afirmó Noya.
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