La cooperativa Carpe Diem, creada con el fin de transitar la vejez en compañía en un espacio común, ya tiene terreno, pero para construir precisa más socios. Hoy son 18 personas que trabajan para hacer realidad esta idea y tienen capacidad para 46 socios en total.
"Es el sueño": crearon una cooperativa de cohabitación y cuidados para mayores de 50 años y buscan más socios
"Queremos vivir por la nuestra, con amigos, con gente que piense y haga lo mismo que nosotros. Pasarla bien. En eso estamos", dijo Ignacio, uno de los integrantes de Carpe Diem.
La idea de los integrantes es mudarse a fines de 2026 o principios de 2027. Formar parte de la cooperativa tiene un costo aproximado de 90 mil dólares para unidades simples, y 140 mil por unidades para dos personas.
"Es una cooperativa particular, para compartir la vida, para mayores de 50 años, que está asociada a una cooperativa de consumo de cohabitación y cuidados. Es una forma novedosa porque la armamos con la intención de que en este espacio cooperativo nosotros a partir de los 50 años podamos vivir la vida y compartir nuestros buenos momentos como adultos. Le quitamos la responsabilidad de decidir a nuestras familias qué hacer con nosotros cuando ya no podamos decidir", dijo Lizet de León, fundadora y presidenta de Carpe Diem.
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"Se promueve el compartir actividades, tareas dentro de la cooperativa. Contrario a aislarnos como veteranos, estemos en un espacio donde nos encontremos más. Entonces el diseño arquitectónico de la cooperativa está pensado en alojamientos individuales, donde las personas solas o en parejas o en duplas tengan su espacio privado, que es un alojamiento completo, baño, cocina, dormitorio, y que todos estemos conectados hacia la casa común que es el gran espacio donde tenemos los salones, la cocina grande, el lavadero, el espacio para actividad física, para los bailes, para los juegos. El corazón del proyecto está en los espacios comunes", afirmó.
Además de la casa común, también tiene parques y lugares de esparcimiento en el terreno.
Para Lizet "es un sueño" la posibilidad de "envejecer con amigos".
"Si bien no todos somos amigos de toda la vida, uno va generando amigos y la idea es que no sea ese lugar de personas que viven en un espacio, sino que sea un lugar de amigos que se preocupan unos por otros, que nos cuidamos unos por otros. Carpe Diem es un sueño, es un sueño de muchos", remarcó.
Margarita Goday llegó a Carpe Diem "pensando en los años que vienen". Ahora tiene 67 años y piensa en su vejez. "Pensando cómo voy a vivir el tiempo que me queda, soy sola, no tengo hijos biológicos, soy viuda, y es buscar compañía, con quien vivir los años que vienen", relató.
"Yo me jubilé y ver esa distancia que hay entre los vecinos, y esa cosa del vivir solo que a veces te lleva a mucha introspección y a empezar a quedarte y a quedarte con diferentes excusas. Entonces me encantaba el pensar vivir con más gente y tener vecinos más cercanos, donde pudiéramos compartir mucha cosa", contó Sandra García.
Ignacio Mullín tiene "una familia grande" pero se unió a Carpe Diem porque no quiere "depender" de sus hijos. "Generalmente un padre se enferma, después tiene que ir a vivir con un hijo o terminás en un residencial. Ninguna de las dos cosas queremos hacer", afirmó.
Destacan la naturaleza y Sandra se imagina "saliendo a matear" con sus vecinos.
"Ahora vivo en el Reducto. Yo nací en el campo, en el departamento de Durazno, en el Uruguay profundo, y pasé muchos años de mi vida en ese entorno. Entonces esto no me es extraño, es volver a lo que ya viví", contó Margarita.
"Queremos vivir por la nuestra, con amigos, con gente que piense y haga lo mismo que nosotros. Pasarla bien. En eso estamos", agregó Ignacio.
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