En Uruguay hay "embriones" de maras, dijo subsecretario Vázquez

El Ministerio del Interior cree que tiene herramientas para enfrentar a las mafias vinculadas al narcotráfico. Feudalización al esitlo salvadoreño y paulista

 

"Durante el año 2011 y 2010 invertimos mucho tiempo, dinero y tencnología en la preparación de la Policía como para poder enfrentar el delito", aseguró el subsecretario del Interior este martes al ser consultado por el alto número de homicidios.

Vázquez reconoció que en Uruguay hay indicios que son preocupantes, aunque todavía se consideran lejanos.

"Maras como se manifiestan en centro América o pandillas como se manifiestan en países cercanos, todavía no se están manifestando así. Esto no quiere decir que no tengamos embriones de este tipo de organizaciones", afirmó. 

El jerarca omitió decir cuántas bandas son y cómo operan en el país "por razones de seguridad" pero aseguró que la Policía va a entrar en todos los barrios.

NARCOS URUGUAYOS. Anoche hubo tres nuevos homicidios en Montevideo, lo que obligará a ajustar los números. Dos fueron en Maroñas y uno en Nuevo París. El panorama cambia minuto a minuto.

El ministro del Interior Eduardo Bonomi irá al Parlamento el 7 de febrero con las cifras de delitos. En las últimas horas, el recuento de asesinados había alcanzado a a 25. No es el número oficial de esa secretaría de Estado.

Para la cartera, hasta ayer los homicidios fueron 23 y no 25. Y 18 de ellos ocurrieron Montevideo, según informa hoy El País.

Bajo cuerda, el ministerio sostiene que la “inflación” de las cifras no tiene otro objetivo que el político-partidario. El principal operador en ese sentido es Fundapro, la Fundación Propuestas ligada al Partido Colorado.

Sus principales dirigentes, entre ellos Guillermo Maciel, ex director general de ese ministerio en la época Sirtling, sigue asesorando sobre temas de seguridad a nivel nacional e internacional, y al fundar un observatorio criminológico intentan cotejar cifras con el oficialismo sobre la sensación de inseguridad.

Si los homicidios son 23 o 25 importa relativamente. Lo más importante es el diagnóstico, las razones del notorio aumento de los homicidios, un delito que se mantuvo en el promedio durante décadas en Uruguay.

Desde el gobierno, hace tiempo se insiste en que se trata de un fenómeno de feudalización relacionado con el negocio de las drogas, y en particular asociado al tráfico de pasta base, la sustancia que ingresó a la región a principios de la década de 2000 y cambió el mapa de la violencia.

Los cambios culturales que se operaron en las zonas más pobres de Montevideo explican en gran parte la cantidad de homicidios por ajustes de cuenta, según la visión del Ministerio de Interior.

Tomando como modelos los Maras Salvatruchas de El Salvador o el Primeiro Comando da Capital (PCC) de San Pablo, Brasil, los narcos uruguayos han territorializado su negocio a partir de la fidelización de los vecinos.

Los primeros fueron una respuesta a la masiva deportación de delincuentes salvadoreños exiliados en los Estados Unidos. Muchos de esos jóvenes volvieron al país cuando se firmó la paz de la guerra civil y conquistaron a parte de la población joven con su particular sentido de la moda y de los modales.

Se trata de un ejército de unas 7.000 personas que han tomado por asalto barrios y pueblos cercanos a San Salvador, la capital del país. Sus líderes son verdaderas estrellas mediáticas. Un reportaje de la publicación independiente El Faro.net cuenta sobre la creciente preocupación que generan los maras en ese país.

Sobre los brasileños del PCC, otra dura organización narco, hay varios puntos de contacto con Uruguay. Un documento de esta banda -de más de 10.000 hombres- se halló un documento en la celda del Luis Alberto Suárez, “El Betito”, un exrapiñero reconvertido en jefe narco. Otro de los parecidos entre PCC y el fenómeno uruguayo es que los capos operan desde la cárcel. Desde sus teléfonos celulares deciden la logística del negocio

Aquí en Uruguay se trata de un fenómeno incipiente. El propio Ministerio del Interior ha informado que en barrios como Marconi, se ha detectado que testaferros de grupos narcos pagan la luz y el agua de la mayoría de las casas del barrio. Estos procesos también facilitan el reclutamiento de jóvenes que han quedado marginados del sistema escolar.

Precisamente Marconi, Cerro Norte, Casavalle y 40 semanas son algunas de las zonas que la Policía identifica con estos comportamientos delictivos.

El último fin de semana, las tres ejecuciones muerte en la zona de “los palomares” de Casavalle son una muestra de que la territorialización de las drogas llegó para quedarse.

La lucha entre dos bandas rivales determinaron los tiros que asesinaron a Ruben Darío Fernández “El Rubito”, de 29 años, señalado como el líder la organización que vende pasta base en la zona de Burgues y Aparicio Saravia. El otro fallecido de un tiro en el pecho era Juan Pablo Rodríguez conocido como “El Rusito” y tenía 30 años. Sobre la medianoche, otro hombre fue llevado en un camión en la policlínica de Capitán Tula. La víctima se llamaba Francis Bentos, de 24 años. También tenía antecedentes por hurto y venta de drogas.

Para la seccional 17ª son ajustes de cuenta entre bandas rivales. “El Rubito” había sustituido un año atrás al anterior líder,  asesinado por los rivales de Casavalle. "Rubito" era el responsable de la muerte de dos delincuentes de la banda rival. El hecho había ocurrido 50 días atrás. De algún modo se esperaba la respuesta de un momento a otro. La vendetta llegó el domingo.

El gobierno y expertos en temas de seguridad debaten si esta ola de ajustes de cuenta es la “centroamericanización” de la delincuencia. El argumento del Ministerio del Interior es que países como Japón, Canadá, España y Alemania viven fenómenos similares. El trabajo académico de dos agentes reafirma esta teoría en la revista de la Escuela Nacional de Policía.

El País hoy recuerda que en junio de 2012 el sociólogo Ernesto Rodríguez, considerado un experto en temas de seguridad ciudadana y juventud, escribió una columna en el portal 180.com en la que refutó estos conceptos.

Según él, la pirámide etaria de Uruguay va en el sentido contrario de los países centroamericanos en donde ocurren estos fenómenos de pandillaje.

También sostiene que la descripción en esos términos “estigmatiza” a los jóvenes. Rodríguez cree inviable comparar a Uruguay con países que cuadruplican sus niveles de pobreza e inequidad social.

 

 

FOTO: Operativo de saturación en barrio Marconi. 

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