Apenas había amanecido el 21 de julio en Grecia que el primer ministro se apresuraba a felicitar en Twitter al flamante campeón greconigeriano de la NBA, Giannis Antetokounmpo.
En Grecia, vítores al campeón de la NBA y olvido para el resto de migrantes
Apenas había amanecido el 21 de julio en Grecia que el primer ministro se apresuraba a felicitar en Twitter al flamante campeón greconigeriano de la NBA, Giannis Antetokounmpo.
Pero el suyo es un caso excepcional, una luz entre las numerosas sombras que enturbian la vida de los muchos migrantes del país.
"¡Increíble Giannis Antetokounmpo! ¡Los griegos celebran por todos lados!", celebraba esa madrugada el primer ministro Kyriakos Mitsotakis, gran aficionado del baloncesto, pocos minutos después de la bocina final.
El viaje del musculoso pívot de los Milwaukee Bucks hasta colocarse el anillo de campeón de la NBA fue una odisea marcada por la pobreza, como la mayoría de los niños migrantes que se han criado en Grecia.
Hijo de inmigrantes nigerianos llegados ilegalmente a Atenas en 1991, nació y creció en las barriadas populares de la capital. Para ganarse la vida, vendía chucherías con su familia.
Él, dos veces nombrado mejor jugador de la liga estadounidense, pudo salir de la oscuridad, pero muchos no fueron tan afortunados.
"En circunstancias normales, Giannis no habría conseguido la nacionalidad griega", declara Vassilis Papastergiou, del Consejo Griego para los Refugiados.
"Recibió la ciudadanía de manera honorífica cuando fue reclutado" por los Milwaukee Bucks, explica.
Hace décadas que Grecia apenas otorga naturalizaciones. El número de migrantes acogidos ha caído desde 2015, cuando más de 800.000 solicitantes de asilo desembarcaron en sus costas.
En el poder desde 2019, el gobierno conservador endureció la normativa de asilo. Según el ministerio de Interior, el número de menores que recibieron la nacionalidad cayó de 21.000 a 9.000 entre 2018 y 2020.
"Un niño originario de Nigeria hoy probablemente vería su petición rechazada", estima Papastergiou.
Es el caso de Nikos-Deji Odubitan, nacido hace 40 años en Grecia en una familia nigeriana llegada en los años 1970.
Creció en Atenas, pero todavía "todavía se le considera migrante", explica el fundador de "Generation 2.0", una organización de ayuda a solicitantes de asilo.
De hecho, lleva casi cuatro años esperando su nacionalización, pero se dice "relativamente afortunado" por haber obtenido permisos anuales de residencia consecutivos que le permitieron diplomarse como ingeniero biomédico.
En septiembre, el primer ministro fue acusado por el principal partido opositor, Syriza (izquierda radical), de "hipocresía" por haber invitado a la madre y el hermano pequeño de Antetokounmpo a otorgarles la ciudadanía griega.
Dos días antes, un diputado del partido conservador había generado polémica retuiteando un artículo sobre el número "escandalosamente elevado" de nombres extranjeros entre los niños de una guardería de Atenas.
"De 20 alumnos, solo dos llevan nombres griegos", decía el artículo.
"Antetokounmpo habría podido estar entre esos nombres", replicó Syriza.
En 2015, la mayoría de diputados conservadores y el actual primer ministro, entonces en la oposición, votaron contra una ley para naturalizar a los niños nacidos en Grecia de padres extranjeros.
Mitsotakis fue duramente criticado en agosto por entregar la carpeta de Sanidad a un exabogado de extrema derecha, que había llamado a crear condiciones "infernales" para disuadir a los migrantes.
El gobierno cuenta con tres antiguos miembros de extrema derecha, entre ellos el ministro de Interior que supervisa los procesos de naturalización.
Jonathan, que aceptó hablar a AFP con un nombre ficticio, espera hace dos años su nacionalidad.
El joven de 23 años originario de Benín fue agredido y apuñalado por tres hombres en Atenas en julio. Decidió abandonar la capital y encontró trabajo en una isla.
"No pienso que se preocupen verdaderamente de nosotros, es solo para salvar las apariencias", dice a propósito del trato a la familia Antetokounmpo.
El baloncestista no esconde su origen nigeriano, pero lo evoca raramente en los medios griegos.
Un educador lo trató de "mono" cuando la estrella habló en 2020 de las dificultades de crecer en "un país de blancos".
"Siempre nos hemos sentido griegos", dijo hace un mes el pívot, que no obtuvo la ciudadanía hasta 2013.
El campeón ha donado alimentos para su castigado barrio de Sepolia, dirige una academia de apoyo a jóvenes vulnerables y ha ofrecido fondos a las víctimas de los recientes incendios en Grecia.
Pero para Odubitan, Antetokounmpo no hace lo suficiente para llamar la atención sobre la situación de la segunda generación de migrantes en Grecia.
"Lo que me entristece es que no es consciente de su influencia", dice.
"Si Giannis piensa que hablar menos del color de su piel mejorará su imagen en Grecia, se equivoca", opina. "Nada de lo que diga lo hará menos griego", insiste.
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FUENTE: AFP
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