El intestino es el segundo cerebro: el 70% de las células son nerviosas. Los pensamientos rumiantes, las horas de sueño, la falta de motivación y de ejercicio, pueden predisponer a una persona a ciertas enfermedades, afectar su salud intestinal. De hecho, actualmente se observa un incremento de las enfermedades intestinales producto de un exceso de consumo de ultraprocesados y malos hábitos. La sociedad de Psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE) aborda esta mirada integral y ofrece pautas para estar más atentos a nuestras elecciones de vida.
El segundo cerebro: un abordaje científico sobre las emociones y su vínculo con la salud intestinal
Cambios en la alimentación impactaron en el desarrollo de Dago, que tiene trastorno del espectro autista. Se redujo la severidad y volvió a hablar.
Los profesionales refieren al eje intestino-cerebro por la comunicación bidireccional y el diálogo entre el sistema nervioso, las hormonas y el sistema inmune.
"Hoy sabemos que por ejemplo en el intestino el 70% de las células son nerviosas. Entonces cualquier cargo anímico, estás triste, estás contento -y lo vemos en la vida cotidiana, te afecta también en este caso el funcionamiento intestinal. Pero afecta la inmunología, puede favorecer enfermedades de todo tipo, de cáncer, enfermedades inmunológicas, autoinmunes o el nivel de glucosa en sangre, puede afectar en el desarrollo de distintos procesos de la enfermedad, explicó la médica Margarita Dubourdieu, de la Sociedad Uruguaya de Psiconeuroinmunoendocrinologia, difunde este enfoque científico.
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María Paula Mendive es doctora en Nutrición y señaló que "el exceso de consumo de productos industrializados, con muchos aditivos, como pueden ser los emulsionantes, que son sustancias que unen la grasa con el agua, y que están presentes en muchos alimentos light, y si empezamos a ver en nuestra alimentación, hoy en día estamos muy atravesados por todo este consumo de alimentos procesados o productos alimenticios, y eso lleva a un deterioro de esta salud intestinal".
Hay alimentos que aumentan la hormona del estrés –cortisol– en niveles que pueden ser nocivos para la salud digestiva. Con una mirada integrativa, los profesionales abordan cada área de la vida del paciente para diseñar el mejor tratamiento.
"Trabajamos en todas las áreas, pero no olvidamos los pensamientos, porque esta mente rumiante que está todo el día, produce también estrés y sobre todo los vínculos interpersonales, ya sea de estudio sin son chicos, niños, jóvenes o laborales, y el clima en el hogar", consideró Dubourdieu. Además, se refirió al aspecto "espiritual" de las personas. "No tiene que ver con la religiosidad, pero tiene que ver con los sentidos de vida. Porque si una persona perdió el sentido de vida, por mucho tratamiento, también es una insatisfacción de necesidades".
Desde hace décadas la sociedad acompaña a pacientes de de distintos hospitales, con un enfoque psicológico.
La doctora Mendive investigó el intestino de niños con trastorno del espectro autista e identificó una mayor presencia de la bacteria que en exceso genera una afectación del neurodesarrollo y una menor presencia de la bacteria que favorece al sistema inmune.
Este hallazgo ofrece una expectativa sobre el impacto que los cambios alimentarios de manera supervisada pueden generar en los chicos con esta condición.
Con esta premisa, trabaja diseñar dietas que equilibren los microorganismos.
Dago Pereira es un adolescente de 13 años con trastorno del espectro autista o como a él le gusta definir con “Bea”- bienestar del espectro autista. Fue uno de los casos de estudio. En el primer año de vida su desarrollo fue el esperable para cualquier niño. Al año y medio, paulatinamente dejó de hablar y fijar la mirada. A los dos años presentaba autismo severo. Con 3 y medio comenzó un tratamiento con cambios en la alimentación.
"Para ese entonces tenía autismo severo, nivel tres, no como ahora que soy nivel uno, que es el que necesita menos apoyo, pero igual necesita apoyo, acompañantes, suples, y también apoyo de mis padres, por supuesto", contó Dago.
"Dago entró en la parte de niños con autismo que sí hacían una dieta que en ese caso es sin gluten, sin caseína, que es la proteína de la leche, y sin azúcar también", dijo la madre, Victoria Bonanata.
"Los resultados fueron casi automáticos. Lo primero que cambió fue la parte más inmunológica en sí misma, que Dago como tantos niños dentro del espectro tenía muchos problemas respiratorios", contó.
A los meses comenzó a hablar.
"La dieta se adecúa a cada proceso, a cada persona, y también a cada realidad familiar, porque primero en lo que es el abordaje nutricional, se les explica qué es lo que hoy en día está avalado, y porque una persona tenga un trastorno del espectro autista, no deberíamos recomendar hacer una restricción, aunque sabemos que se está investigando determinadas dietas, esa decisión tiene que ser propio de la familia y contándole cuál es la evidencia actual al respecto de esto", explicó la nutricionista Mendive.
Dago sostiene la dieta que tanto beneficios le trajo con suplementos que son americanos. Al tiempo, su mamá reflexiona sobre la importancia facilitar el acceso.
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