"El baño del papa" se hizo realidad en un barrio de Brasil

Como en la película o peor: un hombre se endeudó y construyó 10 baños para los peregrinos. Otro preparó enormes cantidades de comida y el papa nunca llegó. Mirá el video.

 

En Guaratiba hay indignación, frustración y tristeza. A este barrio humilde y apartado de Río de Janeiro debían llegar miles de peregrinos para una vigilia y una misa con el papa Francisco, pero la lluvia y la desorganización aguaron la fiesta y ahora allí sólo reina el silencio. 

Estos eventos de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud debían realizarse en el Campus Fidei, levantado en un pantano desecado, que igual se inundó con las lluvias de los últimos días, por lo que fueron trasladados a la turística playa de Copacabana.

Un roído anuncio publicitario da la bienvenida a los fieles a Guaratiba, 60 km al oeste del centro de Rio, que debían comenzar a llegar el sábado. Los vecinos tenían la fiesta lista y compraron un montón de bebida y comida para venderle a los peregrinos.

Incluso, como en la película protagonizada por César Troncoso -o peor, porque el papa nunca llegó a Guaratiba y sí a Melo- un hombre improvisó 10 baños en su casa para alquilar a un dólar por uso. Invirtió unos 5.000 dólares que debe ahora pagar sin recibir un centavo. "¿Y qué hago ahora? Yo que con ese dinero me hubiera comprado un carrito o arreglado mi casa", lamenta el hombre que no quiso dar su nombre. "Está todo el mundo endeudado", añade. 

Es el caso de Leila Santo Oliveira (43) y Marcelo da Silva Gomes (39), ambos comerciantes. En su restaurante, Leila tiene decenas de botellas de agua y gaseosa apiñadas en una esquina. "Ya me había comprometido con 1.000 comidas calientes, que se quedaron frías", dice a la AFP.

Marcelo pretendía vender en los dos días de la JMJ en Guaratiba 800 pollos asados frente a su casa. "Nunca compro tanto", asegura, mientras ve con impotencia en el refrigerador las decenas de paquetes congelado que ahora tiene que vender.

ENTRE POBRES Y RICOS. Con la decisión de trasladadar las actividades a Copacabana el desánimo se apoderó de los vecinos de Guaratiba, no sólo de los que esperaban hacer un dinero extra, sino también de los ilusionados con la idea de ver al papa.

"El pobre no verá nada, esto es sólo para los ricos, porque lo mejor que teníamos, que era ver al papa aquí, en el medio de los pobres, se fue a Copacabana", reclama Ida da Silva, de 79 años.

La casa de Ida es vecina con el Campus Fidei, cuyo acceso está restringido a la prensa, y desde su patio trasero, inundado por los trabajos de dragado, se divisa a lo lejos la cruz del gigantesco altar, que parece un buque encallado en el lodazal de 300 hectáreas.

AFP 

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