Este martes se realizará el primer debate presidencial en Uruguay en 25 años. Aunque la experiencia internacional ha mostrado que los debates en general tienen un impacto moderado o bajo sobre la intención de voto, siempre hay excepciones.
El 16% de los uruguayos dice que el debate presidencial puede modificar su voto
Este indicador aumenta entre los indecisos: el 24% dice que el debate puede definir su voto.
Faltando menos de un mes para la elección, la última encuesta de Equipos Consultores, cerrada el 25 de setiembre, mostró que aún hay 11% de electores indecisos. Y, además, hay otros que sí tienen una orientación de voto, pero que podrían llegar a cambiarla en el último mes.
En este contexto, es relevante conocer las visiones y expectativas de los uruguayos sobre el debate presidencial. ¿Cuán informados están sobre la realización del debate? ¿Cuántos piensan verlo? Y, más importante, ¿cuántos sienten que lo que ocurra en el debate puede ser importante para modificar su voto?
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A continuación, se presentan los resultados de una encuesta realizada por Equipos Consultores a través de telefonía celular, a 497 entrevistados entre el miércoles 25 y el domingo 29 de setiembre, para conocer sus respuestas frente a estos temas.
CONOCIMIENTO
Uno de cada cuatro uruguayos (26%) no sabe que este martes hay un debate presidencial.
Más de cuatro de cada diez (43%) dice que tiene perfectamente clara la existencia del debate, un 30% dice que algo escuchó hablar del tema pero que no tiene demasiado claro de qué se trata, y más de la cuarta parte (26%) dice que no escuchó hablar para nada de la existencia de un debate.
Los niveles de información sobre el debate no son similares entre los que tienen su voto decidido y los indecisos. Entre quienes ya decidieron su voto, el conocimiento es mucho mayor que entre los indecisos. La enorme mayoría de estos no tiene demasiada información (o directamente ninguna) sobre lo que ocurrirá mañana.
ESPECTADORES
Cuando se pregunta a los entrevistados su predisposición a mirar o no el debate, la mayoría (57%) se muestra muy interesada en el tema, y afirma que “seguramente” lo va a mirar, mientras que una parte importante (21%) no está tan segura: dice que “quizás, depende”, lo que refleja una predisposición más bien débil a mirarlo. Una cuarta parte (20%) directamente dice que probablemente no lo va a mirar.
¿Tanta gente va a mirar el debate? La experiencia internacional nos muestra que en general los entrevistados tienden a sobre-declarar comportamientos que son socialmente aceptados, y sub-declarar los que no lo son (es lo que se denomina “efecto de deseabilidad social”).
Dicho en criollo, es altamente probable que muchos de los que declaran que “seguro” verán el debate finalmente no lo hagan. No es posible estimar con precisión cuántos. Si se toman algunos supuestos muy generales, basados en la experiencia de Equipos con medición de otros comportamientos similares (no específicamente de debates, porque no ha habido en las últimas décadas muchas chances de hacerlo), podría estimarse que entre la mitad y los dos tercios de los declarantes “seguros” posiblemente sean los que efectivamente lo vean: esto es, entre 28% y 37% de la población.
¿El debate lo mirarán los indecisos, o los decididos? Muchas veces suele ocurrir que la indecisión de voto está asociada con bajos niveles de interés en la política y bajo consumo de información política. De hecho, ya se vio que en Uruguay los indecisos están menos informados sobre la existencia de un debate. Sin embargo, cuando se les plantea que va a existir un debate, los indecisos uruguayos muestran un interés razonablemente elevado por mirarlo. Si bien la predisposición a ver el debate es mayor entre las personas con decisión de voto (59%) que entre las personas indecisas (50%), las diferencias no son tan amplias como podía suponerse. También es esperable, sin embargo, que la sobre-declaración en la visualización del debate sea mayor entre los indecisos. Teniendo en cuenta que muchos de ellos ni siquiera sabían de su existencia, es poco probable que realicen demasiados esfuerzos por mirarlo efectivamente.
Los jóvenes mirarán menos el debate que los mayores. Muchos jóvenes uruguayos nunca han visto un debate presidencial de estas características (el último antecedente es del año 1994). Sin embargo (o quizá por eso), no muestran un interés particular por ver de qué se trata. De hecho, la predisposición a mirar el debate aumenta conjuntamente con la edad.
15% DICE QUE EL DEBATE LE INFLUIRÁ “MUCHO”
El elemento más relevante de todos es, quizá, el efecto que el debate pueda tener sobre la intención de voto. ¿Qué sienten los uruguayos al respecto? ¿Sienten que el debate puede influir en su decisión electoral? Si se miran los datos del total de la población, 16% afirma que el debate le influirá “mucho”, 18% que le influirá “poco”, y 58% que directamente no le influirá “nada”.
Los resultados muestran la alta fidelidad de voto en Uruguay. Sea por identidades partidarias, orientaciones ideológicas o fuerte confianza en alguno de los candidatos, la enorme mayoría de la población ya asume que su voto está completamente firme. Pero el espacio de influencia no es para nada despreciable. Aun dejando fuera la categoría de influencia débil (suponiendo que quizá pueda haber en este segmento un efecto más de reforzamiento que de cambio), aún queda una parte muy significativa de la población que asume el debate como una instancia central para su decisión: 16% del electorado es un nicho electoral bien importante, con una magnitud que supera todas las diferencias actuales entre partidos y entre bloques que las encuestas registran.
También es necesario advertir que muchas veces los debates (como los acontecimientos políticos en general) pueden producir impactos en sentido contrario. Esto es: que un grupo, digamos de 10% de la población modifique su comportamiento en un sentido A, y que paralelamente otro 10% modifique su comportamiento en un sentido B.
Cuando se producen situaciones de este tipo, los hechos políticos tuvieron impactos fuertes (en el ejemplo, en el 20% de la población), sin generar variación alguna en los resultados totales, ya que se balancean. Es por este efecto (cambio individual versus estabilidad agregada), que muchas veces los debates tienen impactos marginales. Para que no lo sean, se necesita que exista un gran volumen de variación en el sentido deseado, y muy poco en el sentido contrario. Esto solo se podría dar si existen desempeños notoriamente diferentes entre los candidatos (algo posible, pero en principio poco probable).
LA INFLUENCIA ES MAYOR ENTRE LOS INDECISOS
Para los indecisos, sin embargo, el debate tiene más significación e importancia para definir el voto que para los decididos. Entre quienes ya tienen una orientación de voto, el 15% dice que el debate podría influirles “mucho”, pero la mayoría dice que el efecto sería débil o nulo. Pero entre los indecisos, la proporción que siente que el debate puede influirles mucho es mucho mayor (24%), por lo que efectivamente en este segmento el impacto potencial es más que interesante para los candidatos.
Los indecisos, en suma, parecen tener actitudes bien distintas a las de los decididos: están menos informados de que va a haber un debate, y tienen bastante menos predisposición a mirar el debate de mañana. Pero, para aquellos que efectivamente lo hagan, lo que ocurra entre Daniel Martínez y Lacalle Pou mañana podría llegar a ser decisivo.
LA INFLUENCIA ES MAYOR ENTRE LOS JÓVENES
Algo muy similar ocurre entre los jóvenes. Ya se vio anteriormente que los jóvenes eran los menos interesados en ver el debate. Pero, a la vez, son quienes más dicen que el debate podría influirlos. De hecho, el 28% de los jóvenes dice que lo que ocurra en el debate puede impactar en su decisión, y son muy pocos (22%) los que afirman que no les impactaría nada.
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