Las fuerzas de seguridad lanzaron este martes por la noche gases lacrimógenos contra manifestantes que bloqueaban una carretera de Jartum, capital de Sudán, para protestar contra el golpe de Estado.
Disparos de gases lacrimógenos contra manifestantes en Sudán
Las fuerzas de seguridad lanzaron este martes por la noche gases lacrimógenos contra manifestantes que bloqueaban una carretera de Jartum, capital de Sudán, para protestar contra el golpe de Estado.
El primer ministro derrocado, Abdala Hamdok, retenido desde la víspera, fue llevado a su casa en la capital sudanesa, y "se tomaron medidas de seguridad en el perímetro de su domicilio", afirmó bajo anonimato una fuente militar, que no quiso precisar si ahora se halla bajo arresto domiciliario.
En Nueva York, el Consejo de Seguridad inició una reunión a puerta cerrada sobre el golpe de Estado en este país africano, condenado por la comunidad internacional.
Por segundo día consecutivo, miles de sudaneses se manifestaron contra el ejército en Jartum, bloqueando calles del centro con piedras, ramas y neumáticos en llamas. Las fuerzas de seguridad estaban desplegadas con sus vehículos blindados en puentes y grandes carreteras.
Por la noche, las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos contra personas que bloqueaban una carretera, según testigos. Pero los manifestantes siguieron con la protesta.
El lunes, al menos cuatro manifestantes murieron por balas "disparadas por las fuerzas armadas" y más 80 fueron heridos, indicó un sindicato de médicos prodemocracia.
Los manifestantes quieren "salvar" la "revolución" que tumbó al dictador Omar al Bashir en 2019, tras una represión que mató a 200 personas.
"No saldremos de las calles hasta que se reinstale el gobierno civil", declaró a la AFP Hocham al Amin, un ingeniero de 32 años.
En una rueda de prensa, el general Abdel Fattah al Burhan, nuevo hombre fuerte de Sudán, defendió este martes el golpe, al día siguiente de haber disuelto las autoridades de transición (el Consejo Soberano) y detenido a ministros y responsables civiles.
Según él, disolvió estas autoridades que tenían que dirigir al país hacia la transición porque "algunos atacaban al ejército e incitaban contra este componente esencial de la transición".
El futuro político de este país pobre del este de África es una incógnita. Por el momento todos los vuelos desde y hacia el aeropuerto de Jartum han sido suspendidos "hasta el 30 de octubre", informó a la AFP Ibrahim Adlan, director de la aviación.
Para la troika de países (Estados Unidos, Gran Bretaña y Noruega) que mediaron antes en conflictos sudaneses, "las acciones de los militares traicionan la revolución y la transición".
Para añadir presión a los golpistas, Estados Unidos anunció "suspender" una ayuda de 700 millones de dólares destinada a la transición que debía conducir este país a sus primeras elecciones libres.
La Unión Europea también amenazó con suspender el apoyo financiero "si no se invierte inmediatamente la situación".
Solo Moscú se desmarcó de las críticas y atribuyó el golpe a "una política equivocada" y a "la injerencia extranjera" en este país, donde rusos, turcos, estadounidenses y sauditas se disputan la influencia atraídos por sus estratégicos puertos en el mar Rojo.
El proceso de transición en el país, motivo de orgullo para muchos sudaneses ante el desenlace decepcionante de otras revueltas prodemocracia en el mundo árabe, se tambaleaba desde hace tiempo.
En abril de 2019, militares y civiles acordaron expulsar a Bashir del poder y formar el Consejo Soberano, compuesto equitativamente de miembros de ambos bandos para organizar las primeras elecciones libres a finales de 2023.
El golpe frena la transición y expone con toda claridad la creciente fractura entre quienes pedían un gobierno exclusivamente civil y quienes reclamaban un ejecutivo de generales que sacaran a Sudán del marasmo político y económico.
Según Jonas Horner, investigador en el International Crisis Group, "es un momento existencial para ambos bandos", en un país donde ya hubo una intentona golpista hace un mes. "Este tipo de intervención [...] reintroduce la dictadura como opción", dijo.
Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los derechos humanos, afirmó que temía que se produjera un "desastre".
Ante las críticas, el general Burhan afirma que se respetarán los acuerdos internacionales firmados por Sudán, uno de los cuatro países árabes que normalizaron recientemente relaciones con Israel.
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FUENTE: AFP
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