A un año de su llegada al país, cuatro de los seis exreclusos de Guantánamo ya se casaron y dos consiguieron trabajo, según informa hoy Búsqueda.
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Refugiados de Guantánamo: cuatro se casaron y dos consiguieron trabajo
A un año de la llegada al país, los seis cambiaron sus vidas. Uno es profesor de inglés y otro cumple funciones en una empresa de servicios.
El que mejor parece haberse adaptado a la nueva realidad es el sirio Alí Shaban, de 33 años, quien trabaja como profesor de inglés y árabe en un instituto privado, mientras vive con su flamante esposa en un apartamento de Pocitos.
Su asimilación a la vida aquí es total y a Shaban se lo puede ver tomando el ómnibus como cualquier a montevideano, apunta Búsqueda.
Uno de los principales problemas para insertarse ha sido la consecución de trabajo.
Otro sirio, Ahmed Adnan Ahlam, de 37 años, está en pareja y trabaja en una empresa de servicios.
El sirio Abd Hadi Omar Mahmoud Faraj (40), el tunecino Abdel Bin Muhammad El Querghi (50) y el palestino Mohamed Tahamatan (36) también han contraído enlace con uruguayos convertidas al Islam.
De los tres, El Querghy es quien ha tenido más problemas. Su esposa lo denunció por violencia de género en setiembre.
Según la ficha que confeccionó Estados Unidos sobre Abdel, él habría reconocido cierta participación en entrenamientos de Al-Qaeda. También fue acusado de financiar el Grupo de Combate de Túnez, una red vinculada a actividades terroistas.
Por su parte, Jihab Dihab, el más rebelde de los refugiados, está a la espera de su familia con apoyo del gobierno uruguayo. Se trata, sin dudas, del exrecluso que llegó con más secuelas físicas de la tortura en la cárcel militar estadounidense.
Dihab, de 43 años. fue el que denunció -incluso en Argentina- las malas condiciones en las que se encontraba en Uruguay y fue el último que estuvo dispuesto a firmar el acuerdo de apoyo financiero por considerarlo insuficiente.
Estos meses en Uruguay fueron difíciles para todos ellos. Apenas llegados al país, el PIT-CNT fue la primera organización en darles apoyo. Les prestó una casa y les proporcionó alimentos, computadora y otras comodidades, mientras se procesaba el acuerdo entre el gobierno y la agencia de Naciones Unidas para los refugiados.
Finalmente ACNUR designó al Servicio Ecunémico para la Dignidad Humana para cumplir el servicio de coordinación. La cooperación está basada en un acuerdo que los refugiados que incluía exámenes médicos periódicos.
En principio, algunos de ellos se negaron a suscribir el mismo. En caso de firmarlo, recibirían 15.000 pesos por mes condicionado a cumplir con los requisitos de inserción, como por ejemplo el aprendizaje de español.
FOTO: Al centro de la imagen Alí Shaban, el que mejor se adaptó a Uruguay.
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