¿Quién es Julio Baraibar, el hombre que destapó oferta de coimas?

Un perfil del embajador itinerante que presentó su carta de renuncia por dejar en evidencia un presunto negociado por el dragado de Martín García.

 

En una entrevista en Radio Uruguay, el embajador Julio Baraibar fue contundente: hace dos años hubo un intento de coima en la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) para que Riovía -la empresa que mantiene el canal desde 1991- siguiera al frente de la obra.

Para entonces habia cuatro oferentes. Una de las empresas, también holandesa igual que Riovía, proponía un canon de 9 millones de dólares.

Ríovía continuó con la concesión y lo logró de manera victoriosa: aumentó sus honorarios de 12 a 15 millones de dólares por año. En enero se venció el contrato y en los últimos días en rumor de las coimas volvió al ruedo público.

El diario El Observador manejó una cifra: un millón de dólares para repartir entre quienes apoyen una renovación para Riovía.

El hecho se vio potenciado por el procesamiento con prisión de un integrante de la delegación argentina de CARU por otro tema de corrupción institucional:  la sobrefacturación en la compra de computadoras para una cumbre presidencial de 2010 en Mar del Plata.

El informante de Baraibar, según él mismo confesó, había sido el embajador Francisco Bustillo, integrante de CARU, "en un acto de confianza".

Los ánimos estaban caldeados desde varios días atrás. Antes del incidente, el propio Mujica había dicho públicamente que quien tuviera denuncias para hacer en el tema Martín García se presentara ante la Justicia

Al hacerse público el comentario de Baraibar, las presiones no tardaron en llegar. Para no afectar la relación con Argentina, que ya estaba muy tirante por estos y otros temas, el embajador itinerante y amigo personal del presidente dio un paso al costado.

Presentó una carta de renuncia que dejó "muy mal humanamente" a Mujica, según revela hoy el semanario Búsqueda. 

Julio Baraibar, de 66 años, es un hombre campechano y abierto. Integró el Movimiento de Liberación Nacional, pero nunca estuvo en el aparato armado.

Junto a Julio Marenales, Eleuterio Fernández Huidobro y José Mujica representan a los "viejos" que sobrevivieron a la guerrilla y mantienen la bandera tupamara en democracia.

Dice ser marxista pero "no leninista". En una entrevista con el semanario Crónicas de 2008, el entonces director de Trabajo se despachó con una frase polémica: "Si en este momento les entregáramos los medios de producción a los trabajadores, fundiríamos el país”.

Hombre de consulta permanente de Mujica, Baraibar sonaba para ser secretario de Presidencia en la próxima movida ministerial que el presidente pensaba llevar a cabo para sustituir a Alberto Breccia.

Breccía, él y el abogado personal de Mujica, Homero Guerrero, son la principal fuente de consulta del estadista uruguayo.

Si el ex tupamaro llegara a la secretaría de Presidencia, Breccia seguirá su colaboración con el gobierno desde alguna Embajada. Se mencionó su regreso a Italia, pero también su destino podría estar en Estados Unidos.

Baraibar fue ministro de Trabajo, director nacional de esa secretaría, pero en 2010 fue nombrado embajador itinerante por su amigo Mujica.

El presidente emplea sus dotes de negociador en todo tipo de emergencias internacionales y nacionales. De hecho, estuvo encargado del delicado entretejido de la puesta en marcha del pase a la órbita mixta de AFE.

Tras la emergencia sanitaria que generaron los 15 asesinatos de pacientes, el presidente le pidió que coordinara una mesa entre el Ministerio de Salud Pública y el Sindicato Médico para regular los cuidados paliativos en hospitales y otros centros de salud.

Su empatía y facilidad para las relaciones interpersonales ya son una leyenda. Según cuenta hoy el diario Últimas Noticias, ese talento le salvó la vida a él y a varios compañeros que cayeron presos durante la dictadura del chileno Augusto Pinochet Ugarte.

Su excelente relación con el embajador sueco en Santiago, Harald Edelstam, posibilitó su liberación y la de otros 54 uruguayos que estaban recluidos en el Estadio Nacional de Chile.

Luego de ese episodio se radicó en Suecia, donde fue dirigente sindical hasta su regreso a Uruguay en 1989. Antes de ingresar al ruedo político, Baraibar fue visitador médico.

El presidente todavía no aceptó su renuncia. 

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