Hace casi siete años moría Ben Jolly, el que era novio y entrenador de Queralt Castellet.
Queralt Castellet, una medalla para el cielo
Hace casi siete años moría Ben Jolly, el que era novio y entrenador de Queralt Castellet.
El joven neozelandés, de apenas 29 años, se había suicidado en su casa, un año después de que le diagnosticaran un tumor cerebral.
Después de aquello, Queralt Castellet se fue a Suiza.
Tenía que empezar de cero. Aquella niña, que había comenzado a esquiar con dos años, siguiendo a sus padres, aficionados al esquí y al deporte de aventura, y que fue apuntada a gimnasia cuando un profesor descubrió sus habilidades para escalar y saltar de un sitio a otro, dejaba cualquier actividad deportiva durante meses, tras aquella desgracia. Tenía que olvidar.
Durante siete años, tras aquella desgracia, la rider catalana quería lograr al ansiada medalla olímpica para dedicársela a Ben Jolly. Y al final lo ha conseguido.
"Ojalá pronto pueda mirar al cielo desde lo más alto de un podio y dedicarle mis éxitos. Porque siempre sabré que serán también suyos", había escrito Queralt en 2015 Castellet, tras la muerte de quien había sido primero su técnico y después su pareja sentimental entre los 19 y los 26 años.
Ahora Queralt, camino de los 33 años, en sus quintos Juegos Olímpicos consiguió ese ansiado tesoro que se había convertido en una obsesión y significaba una presión extra.
Alcanzó plata el jueves en la prueba halfpipe de snowboard en Pekín.
Su entorno veía con preocupación que se le preguntara por la medalla que nunca venía. Significaba una presión extra.
"Se convirtió en mi pareja y en mi entrenador al mismo tiempo. Y, pese a que en estas circunstancias en ocasiones aparecen roces, no fue ese nuestro caso. Él me convenció para pasar medio año en Nueva Zelanda y el otro medio en Estados Unidos para entrenar en los 'pipes' adecuados para mejorar mi técnica. Él mejoró mis movimientos, me hizo crecer en el ranking y me consoló cuando, pese que siempre estuve cerca, nunca (hasta ahora) pude obtener el premio de una medalla olímpica", escribió tras el fallecimiento.
Tres años después, Queralt Castellet afrontaba la primera cita olímpica tras la muerte de Ben Jolly.
"Todos tenemos nuestras luchas. Personalmente me ha tocado esta dura lucha de la que he aprendido y estoy aprendiendo mucho. Por ese motivo, creo que tengo algo muy valioso que todo lo me ha dejado Ben, tanto a nivel de snowboard profesionalmente o como persona, por todo lo que tengo de él y lo que me ha dejado en la memoria y me siento muy afortunada, pero hay que seguir luchando", afirmó a la AFP en una entrevista a los Juegos de Pyeongchang-2018.
La rider catalana nació en 1989 en Sabadell, en las afueras de Barcelona.
Sus padres la bautizaron con el nombre catalán de Queralt, como una premonición de lo que haría su hija, al ser traducido como
'Roca alta' del catalán.
Pero antes de dedicarse al snowboard, un deporte que empezó a practicar a los seis años, en gimnasia artística fue subcampeona de España en barra de equilibrio y campeona en salto de potro.
Esa época le ayudó en sus saltos en halfpipe.
Y tras cinco Juegos, con un diploma olímpico con su séptimo puesto en los Juegos de Pyeongchang, al fin le ha llegado la medalla olímpica.
Y Ben Jolly estaría orgulloso al ver que Queralt Castellet cumplió su sueño.
psr/mas
FUENTE: AFP
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