Para todos los públicos

    Hace poco redescubrí la imagen que mejor define mi visión del ejercicio periodístico de este tiempo, tan vinculado al desafío que implican las nuevas tecnologías.

    Hace poco redescubrí la imagen que mejor define mi visión del ejercicio periodístico de este tiempo, tan vinculado al desafío que implican las nuevas tecnologías.

    Y la encontré en un concepto casi ancestral que viene recogido en uno de los libros más antiguos y difundidos de la humanidad.

     Qué paradójico encontrar una definición que describe de manera magistral  esta profesión en el siglo XXI, en la antigüedad; y eso ya es todo un dato de esta historia que los seres humanos vamos tejiendo…(… web significa telaraña…). Y vuelve a mi cabeza aquella frase magistral de Octavio Paz, en “El arco y la lira”: “… el fusil reemplaza al arco. La Eneida no sustituye a La Odisea”.

    La tecnología no opera sobre las cabezas y sensibilidades humanas, como sobre los objetos, a los que va sustituyendo a medida que son superados por otros más modernos. En nosotros, las nuevas lecturas y adquisiciones intelectuales, hechas a partir de nuevos autores y libros, del monitor de la computadora o del Ipad, se suman a todas las que hemos hecho a lo largo de nuestra historia. No borramos del “disco duro” cerebral, lo que vivimos o experimentamos en materia de formación e información.  Mucho menos lo que llevamos en nuestra memoria afectiva.

    Vuelvo a ese concepto al que me refería al principio y que proviene del lenguaje bíblico.

    Ser periodista de informativos, implica hoy, metafóricamente hablando, casi como adquirir “el don de lenguas”.

    Hoy no tenemos un único público que consume noticias de la misma manera, están los de siempre de televisión, radio y prensa. Pero están los que prefieren los portales de noticias, los que las leen en su celular,  los repentistas de twitter, los que cuelgan y se cuelgan con facebook, etc.

    Hoy  tenemos la chance de dar y recibir noticias en mil y un formatos, no tan democráticos como parecen. Porque sí,  claro que se ha democratizado el acceso a la información, que no es lo mismo que el acceso al conocimiento de la misma y tampoco a los rudimentos técnicos para llegar a ella. Hoy las noticias “entran y salen” de las maneras más diversas. Quién puede darse el lujo de descartar algún formato?.  Hubieran descartado al vecino de Bin Laden que contó detalles del operativo que vio y escuchó desde su casa en Pakistán?... E introduzco paralelamente esta reflexión: cuánto opera esto sobre los responsables de los  operativos antes y después. Y no hay lugar para desprevenidos...

    Porque… estamos rodeados, y esa frase casi caricaturesca, define bien lo que puede hacer la tecnología. Por eso que “la red” de la telaraña como concepto me parece un hallazgo. Y esa telaraña, es al mismo tiempo, riesgo, desafío y garantía.

    Lo que sí se vuelve clave en esto es el tema de las fuentes. Todos podemos dar noticias, esto es democrático y problemático… porque se supone que la información tiene un rol en las sociedades, y los ciudadanos hacen un uso de ella que tiene repercusiones en su vida y la de todos: toman decisiones, operan en su entorno, forman su opinión, etc. Y cómo hacerlo hoy, cuando la recibe de forma tan diversa.  Qué responsabilidad y qué límites tiene una persona que envía una noticia por ejemplo vía twitter, frente a la sociedad?, ojalá por lo menos los del sentido común. Pero no está obligada a ello. Por suerte los medios sí, o deberían. (De todas maneras quiero señalar que twitter está siendo objeto de una banalización, que lo va desautorizando poco a poco para su uso en términos profesionales, relegándolo a un uso doméstico. No me interesa para nada saber las rutinas de la gente, si sale a correr, o si se cepilla los dientes. Y me parece increíble que alguien crea que eso es interesante. Y aquí vuelvo a lo de la democratización en el acceso: nadie me cuenta por twitter, que está pasando la noche en un refugio).

    En esta coyuntura la profesionalidad y credibilidad de un medio se vuelve la carta de crédito mayor, frente a los ciudadanos.  Y esa es nuestra nueva apuesta en Subrayado, todos los formatos, todos los lenguajes… que es también decir “todos los públicos”.

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