A 50 años del golpe de Estado en Uruguay, los expresidentes Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle y José Mujica recuerdan cómo vivieron aquella jornada.
Los expresidentes Sanguinetti, Lacalle y Mujica cuentan cómo vivieron la jornada del 27 de junio de 1973
Para Sanguinetti y Mujica no fue una sorpresa el golpe de Estado. Para Lacalle Herrera, estaba la creencia de que "en Uruguay no iba a pasar nada".
Sanguinetti describe el 27 de junio de 1973 como un día de incertidumbre. “No sabíamos qué iba a pasar, no sabíamos qué iba a ocurrir. Eso en lo personal, pero lo que importaba era lo político, lo colectivo”, dice ahora, 50 años después de la disolución de las cámaras que marcó el comienzo de la dictadura.
Sin embargo, Sanguinetti, el primer presidente en el retorno de la democracia, aclara: “El golpe de Estado uruguayo se da en varios meses. Podemos decir que el golpe de Estado uruguayo comienza el 9 de febrero, en el momento que por primera vez salen los tanques a la calle, en rebeldía frente al gobierno, rechazan un ministro de Defensa, y luego le imponen al presidente su incorporación al gobierno, mediante los famosos comunicados 4 y 7, que eran una suerte de programa de gobierno militar. Y el nombramiento del programa de un consejo de seguridad nacional, a través del cual ellos ejercerían su presencia en el gobierno”.
Delgado: "El FA optó, en vez de hacer la represa de Casupá, por hacer Antel Arena, la regasificadora"
“En ese momento comenzó el golpe de Estado, si entendemos por golpe la subordinación del poder civil al militar”, subraya. Luego se sumaron episodios, entre los que menciona el ataque y la difamación a los partidos políticos tradicionales y los desafueros de algunos parlamentarios.
Sanguinetti sostiene que fue “pesaroso y dramático”, pero aclara una vez más que no fue sorpresivo: “Ya veníamos en una situación de conflicto permanente y con una presión clara y ostensible desde el mes de febrero”.
Lacalle, presidente entre 1990 y 1995, lo recuerda distinto y para él fue una sorpresa. “Había rumores, no los creíamos. Siempre creíamos que en el Uruguay no iba a pasar nada parecido. Un poquitito de orgullo y un puntito de soberbia nacional”, dice.
Si piensa en la persona que era por aquel entonces, se describe como “un diputado muy recién llegado, tampoco era un personaje, era un diputado diputadito”. Recuerda que un día antes de la disolución de las cámaras asistió a la jura de un senador suplente del Partido Nacional y destacó “la fortaleza de nuestro sistema”. “Al día siguiente, pasó lo que tenía que pasar”, agrega.
Al 27 de junio de 1973 lo recuerda así: “A mí me despertó Julita, mi esposa, cuando supo la noticia, sería las 2:00 de la mañana, una cosa por el estilo, y le dije ‘bueno, mañana me preocupo’, y al día siguiente ingresamos en este momento tan particular para nuestro país”.
Luego empezó el transitar por esa etapa para la que agrega “no teníamos experiencia”. Relata que comenzó a trabajar en “una hojita” con un grupo de resistencia blanca, al que accedieron los servicios de inteligencia y unos días después, el 6 de julio, lo detuvieron. “Me llevaron de mi casa encapuchado para tenerme unos días a resguardo”, dice.
Mujica tampoco se sorprendió. “Sabíamos que eso iba a pasar. En realidad muchos sabíamos hacía años que iba a pasar”.
El expresidente uruguayo fue detenido por cuarta y última vez entre 1972 y 1985. Por lo tanto, aquel 27 de junio de 1973 estaba preso. Del golpe supo “accidentalmente”, recuerda, al escuchar “comentarios que hacía la tropa” donde estaban “detenidos y apartados”. “La guardia conversaba y pescamos un poco la información”, agrega.
“En aquella época merodeaban los golpes de Estado en América Latina. Eran años de la Guerra Fría y había habido una sucesión de cambios trascendentes en la historia del Uruguay”, señala.
Mujica recuerda, entonces, el Uruguay de su niñez, recuerda “la Suiza de América”, y un país “con una democracia más firme, que repartía mejor de América Latina. Ya los consejos de salario eran de la década del 40”. El paso de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra de Corea, indica, se expresó en “un fenomenal cambio político” y una crisis económica porque “cada vez vendíamos más barato y comprábamos más caro”.
En ese marco, Mujica explica por qué, después, el golpe no los sorprendió: “El Río de la Plata, que se había diferenciado del resto de América Latina, empezó a ser América Latina. Y esto influyó en otra gente. Cuando se funda la central de trabajadores, porque había habido tres centrales, se empieza a educar a la gente que al golpe de Estado se le contesta con la huelga general. Eso ya se estaba sembrando en la conciencia de los trabajadores al pisar la década del 60”. Por eso, dice, no los sorprendió cuando llegó.
Dejá tu comentario