Frases hechas

Por Roberto Moar @

“Clásicos son clásicos”.

“En este tipo de partidos no se ve buen fútbol”.

“En los clásicos no hay favoritos”.

“Es un partido especial, nunca un partido más”.

Frases hechas y repetidas.

La frialdad etimológica define “clásico” a lo que debe tomarse como modelo por ser de calidad superior o perfecta. El calificativo “clásico” se reserva a las producciones culturales que alcanzan un rango de perfección o elevación.

Sin embargo, cuando rueda la pelota, y más por estos pagos, esa idealización desaparece y se premia actitud, corazón y entrega por encima de tacos, toques y diabluras.

Apenas culminó el partido con empate entre Peñarol y Nacional (1-1) se agitaron los grupos de WhatsApp.

Tricolores reclamando la victoria moral por haber generado más chances ante un rival con cien por ciento de efectividad goleadora que ni siquiera centró un corner al área ajena.

Aurinegros proclamando su racha de imbatibilidad y retando a Alexander Medina a ganar su primer duelo clásico.

El fútbol es un deporte de detalles y el máximo control de estos detalles puede ser clave en el resultado final.

Pero este análisis, cada vez más minucioso, puede tener interpretaciones populares -a veces ciegas, si el hincha le gana al observador objetivo- que sentencien con firmeza que el resultado moral fue 4-1 porque un equipo llegó más veces que el otro sin siquiera considerar si las fallas fueron por culpa de los que atacan o por mérito de los que defienden.

El partido del domingo fue malo, chato, aburrido.

No me aferro a lo que no ocurrió a la hora del análisis. Si, en cambio, suelo sacar apuntes de buenos o malos momentos y de rendimientos colectivos e individuales. En función de ello, no golpearé la mesa sentenciando que debió ganar Nacional porque llegó más veces que su rival ya que evitaría mencionar los aciertos del golero de Peñarol (Dawson es el mejor portero del Apertura por escándalo) o las imperfecciones de los atacantes de Nacional.

Aceptaría, en cambio, precisar que el sabor amargo que se instaló en los hinchas tricolores se debe a un hipotético desenlace que debió premiar al equipo que más se lució.

También podría agregar que cuando Peñarol sacó ventaja, Nacional no merecía estar perdiendo y que cuando el equipo de Medina igualó no era el lapso de mayor superioridad sobre Peñarol.

El clásico dejó apuntes vinculados a rendimientos individuales. Guzmán Corujo fue el mejor, Kevin Dawson reclama un lugar en el podio y Cristian Oliva volvió a destacarse.

Peñarol intentó -y fracasó- sorprender con Fidel Martínez de muy pobre labor.

Nacional -en bien del equipo, al decir de su DT- desestimó a los históricos Arismendi, Sebastián Fernández, Tata González y Alfonso Espino. Visto el funcionamiento hay que apoyar la decisión del entrenador salteño.

El campeonato parece estar servido para Nacional aunque en el parejo andar del fútbol uruguayo todo puede pasar ya que todos le pueden ganar al más pintado. (NdeR: Torque se impuso a Peñarol cuando nadie creía en la chance del benjamín).

Pasó un clásico más.

Descafeinado e insulso.

Pocos los recordarán.

No será el clásico de los grandes goles, ni el duelo de las jugadas inolvidables.

Será un partido más que reafirmará: “en los clásicos no se ve buen futbol”.

Que conste en actas.

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