Francisco viaja a un Brasil con menos católicos y más descontento

Fiel a su estilo, el papa llegó al avión cargando él mismo su equipaje. Apóstol de una iglesia cercana a los pobres, viaja a un Brasil marcado por el descontento social.

 

El papa Francisco manifestó este lunes a los periodistas que lo acompañan en el avión papal que lo conduce a Brasil su preocupación por la situación de los jóvenes en todo el mundo, ante "el riesgo de tener una generación que no ha tenido un trabajo", y defendió el papel de los ancianos en la sociedad "a menudo víctimas de la cultura del rechazo", dijo. 

"La crisis mundial no ha generado buenas cosas para los jóvenes. La semana pasada examiné el porcentaje de jóvenes sin trabajo. Corremos el riesgo de tener una generación que no ha tenido jamás un trabajo", declaró el papa, quien subrayó que la sociedad "necesita" también de la "sabiduría" de los ancianos.

El papa Francisco, apóstol de una iglesia misionera y cercana a los pobres, llega este lunes a un Brasil sacudido por un creciente descontento social, en plena transformación religiosa.

El papa argentino salió de Roma este lunes poco antes de las 07.00 GMT. Fiel a su reputación de sencillez, llegó al avión cargando él mismo su equipaje de mano y un gran maletín negro.

"Llego a Río en unas horas y mi corazón está lleno de gozo porque dentro de poco estaré con ustedes para celebrar la XXVIII JMJ", las Jornadas Mundiales de la Juventud, escribió el papa en un tuit en español antes de emprender el viaje.

El papa presidirá estas jornadas, que se celebrarán del 23 al 28 de julio y a la que se espera asistan cerca de 1,5 millones de personas, en su primer viaje a la región donde nació y vivió casi toda su vida.

En Rio, ya han empezado a llegar monjas y sacerdotes de largos hábitos y peregrinos con camisetas y mochilas con los colores de la bandera brasileña.

Francisco, que defiende una Iglesia austera, cercana a los pobres y al pueblo, ha intensificado su agenda ante el anuncio de varias protestas durante su visita, insistiendo en pasearse por el centro de Rio en un papamóvil descubierto inmediatamente después de su llegada, prevista para las 16.00 locales.

El Vaticano asegura que el pontífice no está preocupado por las protestas y los expertos señalan que su discurso de reforma de una Iglesia en crisis, contra el derroche y en defensa de los más desposeídos, está en sintonía con el de los manifestantes.

El operativo de seguridad, no obstante, contará con unos 30.000 militares y policías.

FAVELA, ADICTOS Y APARECIDA. En sus siete días en Brasil, el primer papa latinoamericano, de 76 años, hará un discurso multitudinario en la playa de Copacabana, visitará una pequeña y gris favela de Rio y también Aparecida, el mayor santuario católico de Brasil, se reunirá con presos, con adictos al crack, con los astros del fútbol brasileño Pelé, Neymar y Zico y con miles de peregrinos.

Durante su reunión en la noche con la presidenta Dilma Rousseff en el palacio Guanabara, el grupo Anonymous Rio ha convocado vía redes sociales una protesta contra los 53 millones de dólares que cuestan a contribuyentes brasileños su visita y la JMJ, mientras los ateos protestarán por el mismo motivo y han llamado a un "desbautismo" colectivo.

El hartazgo con la corrupción arraigada en la clase política y la pésima calidad del transporte, la salud y la educación públicos mientras se gastan millones en estadios para el Mundial de fútbol 2014, llevaron a más de un millón de brasileños -sobre todo jóvenes de clase media- a protestar en las calles en junio, en plena disputa de la Copa Confederaciones.

Las protestas terminaron muchas veces en enfrentamientos violentos con la policía y saqueos y destrozos, la última de ellas el jueves pasado en Leblon e Ipanema, dos de los barrios más ricos de Rio.

 

Un 64,6% de los brasileños son católicos, según el censo de 2010, contra 91,8% en 1970. Y una encuesta de Datafolha divulgada el domingo indicó que actualmente representan solo 57% de la población de 194 millones, mientras 28% son evangélicos.

AFP

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