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"El Japo" Rodríguez, una carrera contra el "suicidio deportivo"
El jugador recibió duras reprimendas y fue enviado a tercera división. Tuvo que donar un mes de salario y realizar varios pedidos de disculpa.
Jorge Marcelo “Japo” Rodríguez se quedó en Peñarol, pero ya nada es igual para él. Le renovaron el contrato que tenía por uno “a rendimiento”, como el que se le hace a los jugadores problemáticos en los que ya no se confía. Tuvo que aceptar la donación de un mes de sueldo y además entrenar con la tercera división. El entrenador Diego Alonso tuvo una charla con él y luego no lo dejó ni vestirse.
Diez días antes, el jugador -de 28 años- ya había pedido disculpas por otra indisciplina grave que lo había sacado del plantel en un partido clave.
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Esta vez no hubo disculpas que fueran suficientes. Aún para un equipo que viene muy mal en la tabla de posiciones y que no se puede dar el lujo de prescindir de sus más costosos fichajes.
De Los Aromos se fue sin escala al Centro de Alto Rendimiento para juveniles, no sin antes dar una explicación al plantel y luego recibir una dura reprimenda del manager del club. “El Tío” Sánchez le comunicó que la cuponera estaba llena y que si tenía problemas personales era el momento de decirlo.
Para colmo de males, su propio representante Flavio Perchman fue lapidario sobre el estado de situación del jugador: “se está suicidando deportivamente”.
Las horas después del accidente que tuvo en la rambla portuaria fueron fatales para “El Japo”, un jugador que nació en River, fue convocado para la selección y luego partió a México donde jugó más de 100 partidos en tres años en los Jaguares.
Venir al Uruguay suponía para él estar más cerca de la selección un año antes del Mundial. Pero su rendimiento deportivo y su comportamiento social viene defraudando a la comunidad aurinegra que esperaba de él mucho más.
El deportista no sólo tenía un grado alcohólico diez veces superior a lo permitido en el tránsito, sino que además intentó mentir al público sobre lo que realmente pasó. A través de la red social Twitter incriminó a su hermano para zafar del bochornoso episodio. El auto cruzó de senda y se dio contra un muro. Por suerte no hubo otros autos involucrados en el hecho, y el conductor salió ileso. Su postura fue doblemente riesgosa: puso en peligro su vida y la de otros, y al mismo tiempo perdió buena parte de la confianza de todos aquellos que lo tenían como referente.
Cuando un jugador pasa por este tipo de episodios de la vida privada, eso impacta en su trayectoria profesional más allá de su rendimiento deportivo. Los equipos no sólo buscan buenos jugadores de fútbol, sino que además buscan personas íntegras.
“Es la manzana podrida que pudre el cajón”, dijo el vicepresidente de Peñarol Edgar Wellker, un hombre que llegó como mano derecha del presidente Juan Pedro Damiani, pero ahora viene cuestionando la gestión del club cada vez con mayor frecuencia.
El futbolista pidió por favor que le dieran otra oportunidad. Dijo que esta vez, sí, le había “caído la ficha”. Pero lo mismo había dicho dos semanas atrás adelante de sus compañeros de vestuarios.
Más piadoso, el contratista Perchman se sinceró y dijo: “no lo voy a matar antes de que se suicide. Voy a ayudarlo”, dijo, en relación a los dos incidentes sufridos por el jugador.
El presidente de Peñarol, no obstante, también acompañó esta postura: “no es de buen peñarolense pegarle a alguien en el suelo”.
Este sábado a las 17 horas ante Wanderers, el equipo jugará in él. En la práctica, Diego Alonso puso este equipo en la cancha: Danilo Lerda; Baltasar Silva, Joe Bizera, Gonzalo Viera, Albín o Raguso; Novick, Sebastián Píriz; Aguiar, Pacheco: Jonathan Rodríguez, Marcelo Zalayeta.
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