Desembarco de los Treinta y Tres

La Cruzada Libertadora había comenzado bajo el juramento de Libertad o Muerte

 

En 1825 ninguna revolución se hacía sin caballos. Por eso, los orientales que se embarcaron en Buenos Aires en horas previas al 19 de abril, llevaban armas, pero también llevaban monturas.

Las patrullas brasileñas y las noches tormentosas impedían a los revolucionarios avanzar hacia el objetivo, una playa llamada “La Graseada”, donde debían aguardarlos los caballos.

Finalmente los 33 hombres encabezados por Lavalleja  lograron desembarcar. Al no encontrar los caballos, los combatientes se pusieron nerviosos.

Pero los caballos aparecieron unas cuantas horas después poniendo fin a la incertidumbre. Atanasio Sierra, uno de los 33 Orientales, contó que se colgaron de los cuellos de los caballos,  “abrazándolos y besándolos como si fuesen sus queridas”.

La Cruzada Libertadora había comenzado bajo el juramento de Libertad o Muerte.

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