Vecinos de Pocitos reclaman acciones contra contaminación acústica

Música a todo volumen y picadas de autos y motos por la Rambla los obligan a mantener todo cerrado y apenas logran dormir.

Vecinos de Pocitos reclaman por picadas de motos y autos en Buxareo y la rambla en las noches.

Algunos grabaron imágenes de las picadas y maniobras arriesgadas que los motociclistas realizan desde las diez de la noche hasta pasadas las tres de la mañana, de viernes a el domingo.

El recorrido de la carrera es desde el semáforo hasta antes de la otra señal lumínica, donde también hay un radar.

Bajan por la rampa de pasto y se apostan en las afueras de Kibon, donde música a todo volumen, caños de escape y picadas son el sonido reinante.

Aureliano Folle habló con un hombre se mudó a la zona con su esposa y su bebé nacido hace un mes, que obviamente en las noches no puede dormir.

En esa zona todos los apartamentos tienen doble ventana para proteger del viento a sus ocupantes. En verano todos deben tener las ventanas y puertas cerradas pues de otra forma es imposible hasta conversar, según dijeron.

Llamaron al 911 y les dijeron que tienen que ir a reclamar a la Intendencia. No saben a qué división deben dirigirse, y mientras tanto, su calidad de vida se ve significativamente mermada por el ruido constante producto de los motociclistas.

Situaciones similares viven vecinos que descubren que habrá un edificio en obra en su cuadra, obras que se extienden un año o más, durante el cual no pueden dormir ni realizar tareas que requieran relativo silencio desde las 5 de la mañana y hasta la tarde.

Tampoco en este caso está clara la vía de desahogo. ¿Dónde hacer la denuncia?

Tiempo atrás la titular de la Defensoría del Vecino, Ana Agostino, dijo que más del 15% de las denuncias recibidas responden a contaminación acústica.

La Intendencia de Montevideo ha puesto el tema como prioridad en lo que tiene que ver con los boliches nocturnos, y ha emprendido una campaña tendiente a sacar a la gente de la calle durante la noche y controlar los ruidos de los locales y bares.

Todavía son muchos los ciudadanos que conviven con contaminación acústica de un nivel que deteriora su calidad de vida, y no parece haber respuestas para ellos.

Según consta en el informe “Contaminación Sonora y Derechos Humanos” elaborado por la Defensoría del Vecino, si bien la contaminación acústica es un reclamo predominante y que crece anualmente, hay serias dificultadas para avanzar en soluciones permanentes, por distintos factores que incluyen la debilidad institucional “debilidades tanto de gestión pública, como normativa departamental y nacional, o de falta de sensibilización y cabal entendimiento de la gravedad que implica su permanencia, así como desconocimiento general de los altísimos costos en la salud tanto individual como colectiva que implica”.

En el mismo informe, se advierte acerca de los más comunes efectos del ruido en ámbito residencial “molestia, alteración del sueño, enmascaramiento e interferencia con la comunicación, estrés y en algunos casos la reducción del rendimiento y otros efectos psicosociales que involucran cambios de
humor y de comportamiento”.

Estos efectos alteran la vida de las personas, afectan su calidad de vida y en muchos casos pueden modificar sus relaciones con el entorno, según sea la actitud del sujeto y su sensibilidad personal al ruido.

Si el silencio es un elemento a proteger, y si el ruido fuerte y sostenido generado en la vía pública -ya sea por el ocio de terceros o la actividad industrial- es una intrusión en la vida privada, es una discusión que está pendiente.

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