Un Malbec, el viento zonda y la marea roja trasandina

Pasajero en tránsito. Diario de viaje de la Copa América. Por Roberto Moar.


Lo primero que el lugareño recomienda al forastero de turno es cumplir con el ritual casi religioso de una estadía en Mendoza: visitar una bodega.

En esta tierra de contrastes, acariciada por las montañas, acosada por los chilenos –suerte de “Marea Roja”- y perturbada por las lluvias escasas, uno se siente prontamente en casa.

Un buen espumante o un tinto de barrica.- “Etiqueta, marca, cepa y relación precio-calidad”, se apresura un taxista para aconsejar que vino elegir con la pasión de un experto sommelier.

Después de la sugerencia –“dejarse tentar por un Malbec”- nos lleva hasta el “Hotel Intercontinental”, el bunker de Uruguay, enclavado en el Departamento de Guaymallén, distrito de Villa Nueva.

Desde la “Gran Mendoza” - el área metropolitana- al hotel de los Celestes, uno comprueba el tono lindante con el modismo chileno de los anfitriones del certamen continental.

Alrededor de la “Plaza Independencia” surge como paseo seductor una vuelta por la “Peatonal Sarmiento” y –en épocas menos gélidas- una charla al aire libre en los numerosos bares de Colón, San Martín o Arístides Villanueva, centro de la movida juvenil.

Muchos se quedan en el “Bar Fin Sin” tomando una cerveza Quilmes y escuchando música hasta el amanecer.
En Mendoza, como en las viejas y gloriosas épocas del 60 a Malvín, el 4 a Punta Rieles o el 62 a Pocitos, el servicio de trolebuses impone su ley.

Frente al “Intercontinental”, un enorme centro comercial se levanta como ineludible paseo dominguero y refugio del gélido invierno.

En la Plaza de Comidas, los uruguayos lucen orgullosos sus estandartes celestes aunque se declaran minoría ante los veinte mil chilenos que coparan la ciudad como una marea roja que atruena al grito de “Chi-Chi-Chi-le-le-le”.

Los de acá, preguntan por Diego Forlán apenas notan el tono y –obviamente- descubren cámara, trípode, micrófonos y otros acompañamientos identificatorios de los enviados de Canal 10.

“Que equipo tienen Uds.”, se apresura a señalar el “tachero” que conoce a los delanteros que brillan en Europa pero desconoce otros aspectos del futbol uruguayo. Por ejemplo, hincha de Godoy Cruz, asegura que Polilla Da Silva llego a dirigir en la Tierra del Buen Vino tras su exitoso pasaje por Peñarol y el futbol europeo (SIC). También agrega que “El Negro Uruguayo” (Carlos Sánchez) juega un “disparate”.

Cuando se despide tras dejarnos en el NH Cordillera, el hotel de Subrayado en la Copa, aconseja visitar el “Cerro de la Gloria” para tener una gran vista de la ciudad y se anima a mostrar su furia con varios trasandinos vestidos con La Roja que coparon la Avenida.

Minutos antes, cuando nos hablaba del  “Zonda” –viento sucio, lleno de polvo que baja sin piedad de Los Andes a 50 kilómetros por hora y con temperaturas cercanas a los 40 grados haciendo insoportable el verano-  aseguró que no hay nada mejor que recorrer las cuatro horas que separan esta provincia de Viña del Mar para pasar el agobiante estío.

La baja temperatura futbolera contraste con el ánimo elevado de los hinchas y de los familiares de los futbolistas uruguayos que llegaron en el vuelo de Aerolineas Argentinas de este domingo y se llevaron una sorpresa al enterarse que el equipo del “Maestro” ya estaba en San Juan.

Y hoy lunes, con el equipo de Radio Carve (Toto, Lewkowicz, Patricia Cambón, Ricci y Bertolini), con nuestro compañero de ruta Adrian Muñoz, recorreremos los 168 kilómetros que separan esta urbe de San Juan.- “Menos atractiva que la Provincia del Vino”, asegura nuestro guía de ruta.
Se verá.
Hasta mañana.


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