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Republicanos divididos por denuncias de Trump; Biden da por hecho que el 20 de enero asumirá en la Casa Blanca

El complejo panorama que enfrenta el oficialismo. ¿Fraude electoral o hechos alternativos? Las contradicciones entre los deseos y la realidad explotaron en Georgia. Los senadores republicanos David Perdue y Kelly Loeffler

En un discurso en el Senado el lunes, Mitch McConnell, el republicano más poderoso de Washington, defendió el derecho del presidente Donald Trump a presentar acciones legales para poner en duda el resultado. “Tenemos uno o dos Estados que van camino de un recuento”, añadió McConnell.

Según El País de Madrid, es muy probable que el resultado en Georgia sea tan ajustado que requiera de un recuento.

Los recuentos en EE UU a veces han encontrado errores, pero suelen reducirse a unas pocas papeletas. Jamás han cambiado un resultado electoral de miles de votos. Y además, Georgia es irrelevante para los números finales de Biden sobre Trump.

Sin embargo, McConnell entiende: “Ningún Estado ha certificado aún sus resultados electorales”.

En el mismo discurso, McConnell presumió de que los republicanos han conseguido defender momentáneamente su mayoría en el Senado y han conseguido reducir la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes. Esos senadores y representantes iban en las mismas papeletas que Biden y Trump, esas que no han sido certificadas y que el equipo legal del presidente pretende discutir en los tribunales.

Los principales líderes del Partido Republicano se muestran dispuestos a prolongar el tiempo que sea necesario el último y más grave desafío de Donald Trump contra la realidad. En su negativa a reconocer la derrota en las elecciones, Trump contó entre el domingo y el martes con el apoyo de los principales nombres republicanos de Washington.

El más importante, el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, que sin corear las acusaciones de fraude intentó revestir de normalidad legal lo que es un ataque sin precedentes a la transición pacífica en el poder.

La Administración que comenzó su andadura justificando que una mentira no es una mentira, sino “hechos alternativos”, está elevando ese concepto hasta discutir el hecho de que el presidente ha perdido las elecciones por decenas de miles de votos en Estados clave, y casi cinco millones a nivel nacional. Algunos republicanos han asumido por completo el discurso de que hay “votos ilegales” y que en realidad Trump ha ganado la elección. Otros, como McConnell, no han llegado a tanto pero justifican con un revestimiento de legalidad y normalidad la actitud de Trump.

Otros republicanos, como el senador Mitt Romney, o el último presidente republicano antes de Trump, George W. Bush, han felicitado a Biden en el momento que hubo un consenso entre las proyecciones de los medios, como es tradición.

Las contradicciones entre los deseos y la realidad explotaron en el Partido Republicano de Georgia. Los senadores republicanos David Perdue y Kelly Loeffler escribieron una carta pública pidiendo la dimisión del secretario del Estado de Georgia, Brad Raffensperger, por unas elecciones que consideran “una vergüenza”. Raffensperger, como todo el Gobierno de Georgia, es republicano. El responsable electoral respondió diciendo que las críticas y la petición de dimisión era “de risa”. El gobernador, Brian Kemp, también asumió el lenguaje de Trump, mientras que el vicegobernador dijo que no había visto ninguna evidencia de irregularidad.

Joe Biden trató de quitar hierro este martes a la turbulenta transición que se ha abierto desde las elecciones de la semana pasada, con Donald Trump enrocado en la Casa Blanca, sin reconocer la derrota, y armando toda una batalla judicial contra los resultados. “Creo simplemente que es embarazoso, no ayudará al legado del presidente. Sé, por mis conversaciones con líderes extranjeros, que confían en que las instituciones democráticas estadounidenses sean de nuevo fuertes. Al final, todo va a llegar a una conclusión el 20 de enero”, dijo, en referencia a la fecha en que, por orden constitucional, toma posesión el nuevo presidente.

Biden hizo estas declaraciones desde su ciudad, Wilmington (Delaware), donde ha instalado el cuartel general de transición y de formación del nuevo Gobierno, donde cada día, desde que se confirmó su victoria el pasado sábado, se presenta al pueblo con un estudiado aire presidencial. El lunes, puso en marcha su consejo de asesores para combatir la pandemia. Este martes, abordó la reforma sanitaria de Obama, que se discutía en el Tribunal Supremo. Mientras, va recibiendo felicitaciones de líderes internacionales. El mensaje que les ha transmitido, dice, es que Estados Unidos “ha vuelto".

Ni la tradicional reunión en el Despacho Oval, ni el encuentro de cortesía entre la primera dama, Melania Trump, y la futura primera dama, Jill Biden, han tenido lugar estos días.

Tampoco se ha iniciado un traspaso de poderes ordenado, que incluye, como uno de sus puntos más sensibles, dar acceso al futuro gobernante a la información clasificada. Preguntado por ello, el presidente electo también llamó a la calma: “El acceso a información clasificada es útil, pero no me corresponde tomar esas decisiones. No hay dos presidentes al mismo tiempo, él va a ser presidente hasta el 20 de enero, sería bueno tenerlo [acceso a esa información], pero no resulta crucial. Nosotros vamos a hacer exactamente lo mismo que haríamos si él hubiese admitido la derrota”.

También descartó, en esa línea, llevar a cabo “acciones legales”. En todo momento, quiso transmitir serenidad y evitó cebarse en la huida hacia adelante del líder republicano, más allá de una risa irónica al citar al jefe de la diplomacia, Mike Pompeo, quien esta mañana aseguró a la prensa que habría una transición pacífica hacia “una segunda Administración de Trump”. “De momento no hay pruebas de ninguna de las acusaciones que ha hecho él [Trump] o el secretario de Estado Pompeo”, dijo, tras lo cual se carcajeó y repitió: “el secretario de Estado Pompeo...”.

De la moderación ha hecho una bandera electoral y esta parece que quiere que siga siendo su seña de identidad ahora. “Entiendo la sensación de derrota de los que votaron a Trump, entiendan también que debemos unirnos y sacar al país de esta amargura”, apuntó Biden. ¿Qué le diría al presidente Trump si le estuviera escuchando? “Presidente Trump, tengo ganas de hablar con usted”, respondió. ¿Qué pasa si los republicanos no le reconocen como presidente?, le preguntó una reportera. Y el demócrata se mostró seguro: “Lo harán, lo harán”.

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