ATENTADO EGIPTO

Funerales tras atentados: "vamos a seguir rezando todas nuestras vidas"

Ascendió a 45 la cifra de muertos en los atentados a iglesias cristianas coptas en Egipto. Los fieles piden la dimisión del ministro del Interior.

En un monasterio cerca de Alejandría, se mezclan los ritos de la liturgia con los gritos de dolor en los funerales de los "mártires" del atentado del domingo, en que los coptos egipcios pudieron llorar y también expresar su rabia por la falta de seguridad.

En el monasterio de Mar Mina, cercano a la ciudad de Alejandría, sobre el Mediterráneo, la iglesia está llena.  

Siete ataúdes de madera clara marcados con cruces doradas entran en el templo. La multitud aplaude para saludar a sus "mártires", asesinados el domingo en un ataque suicida delante de la iglesia San Marco de Alejandría. 

Varias mujeres vestidas de negro gritan con desesperación, emitiendo sonidos desgarradores, con sus rostros desfigurados por el dolor. 

Los sacerdotes ortodoxos con sus largas barbas se acercan a los féretros colocados frente al altar, y pronuncian sus rezos que son replicados por los asistentes. 

En la tradición copta, no se celebran funerales durante la Semana Santa, antes del sacrificio de Cristo y la fiesta de Pascua. Pero para la comunidad cristiana de Alejandría, el dolor después del atentado del domingo era tan grande, que decidieron organizar la ceremonia de todas maneras. 

“ESTAMOS ACOSTUMBRADOS”. Los atentados que golpearon el domingo a dos iglesias coptas en el norte de Egipto, en Alejandría y en Tanta, dejando un total de 45 muertos y numerosos heridos, no han mermado el fervor de los fieles. 

"Si el objetivo es impedirnos que vayamos a las iglesias (...) Esto no va a pasar. Vamos a seguir rezando toda nuestra vida", defendió Mina, una funcionaria de 52 años que asistió a la ceremonia. 

Los ataques del domingo se produjeron cuatro meses después de un atentado suicida reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) contra una iglesia de El Cairo, que dejó 29 muertos.

La rama egipcia del EI había amenazado recientemente con intensificar sus ataques contra los coptos, que representan un 10% de la población del país (92 millones).

"Vamos a seguir yendo a la iglesia. Ahora estamos acostumbrados", afirmó con determinación Sabah, una joven de 35 años que perdió a su primo en el ataque de Alejandría. 

"En cada ocasión, en cada fiesta, una explosión. Estamos listos y Dios está presente", agregó. 

Los coptos ortodoxos de Egipto conforman la comunidad cristiana más numerosa de Oriente Medio y también la más antigua. Muchos denuncian discriminaciones por parte de las autoridades y de la mayoría musulmana.

DESPROTECCIÓN. Acompañados por el tronar de los tambores, los féretros son sacados del templo para ser enterrados en el cementerio del propio monasterio. 

Después, los asistentes comenzaron a expresar la rabia que sienten por la desprotección por parte de los servicios de seguridad. 

Los asistentes pronuncian varias consignas, la más sonada, es la petición de dimisión del ministro del Interior, Magdy Abdel Ghaffar. 

"Cristianos hasta día del juicio", gritaban los fieles. 

"Hubo incumplimientos serios a la seguridad en Tanta", señaló Magdy Sobhy, una joven de unos 30 años. En esta ciudad, situada a unos cientos de kilómetros al norte de El Cairo, la bomba explotó cerca del altar, en plena misa, durante el Domingo de Ramos. 

En total murieron 28 fieles y 78 quedaron heridos. 

Los yihadistas "quieren desestabilizar el país", se lamentó Charaf, un funcionario de 52 años. 

"Los ataques contra la policía ya no dan resultado, así que la toman con los más débiles", dijo. 

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