Principal condenado por el Tribunal Supremo por la fallida secesión de 2017, el historiador Oriol Junqueras es una figura clave del independentismo catalán, un personaje a veces inescrutable que, desde la prisión, consiguió mantener su ascendencia en el movimiento.
Condenado a 13 años de prisión Oriol Junqueras, el "Mandela" de los separatistas catalanes
A diferencia de otros líderes prefirió quedarse en España. Hace dos años en prisión preventiva. Lo describen como inescrutable y poderoso
Exvicepresidente regional, este hombre de 50 años, orondo y afable, con una fina barba castaña, fue condenado este lunes a 13 años de cárcel por sedición por el Tribunal Supremo español en el juicio contra doce líderes separatistas.
A diferencia del entonces presidente catalán Carles Puigdemont, que huyó de la justicia española a Bélgica tras la crisis, este padre de dos niños de 6 y 4 años prefirió quedarse en España, donde lleva casi dos años en prisión preventiva.
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Desde allí, mantuvo el control de Izquierda Republicana (ERC), el partido independentista más antiguo de la región.
“Sigue estando muy fuerte, dándonos mucho trabajo. Él continúa haciendo política”, asegura Gabriel Rufián, diputado de ERC en el Congreso.
En la cárcel recibe a sus asesores, pero también visitantes relevantes como el expresidente de la patronal Juan Rosell, el líder de la izquierda radical Podemos, Pablo Iglesias, o el presidente regional vasco Íñigo Urkullu.
“Estoy convencido de que se me acusa por mis ideas y no por mis hechos. Entiendo que estoy en un juicio político”, dijo solo comenzar su declaración en febrero ante los siete magistrados del Tribunal Supremo.
En abril, fue elegido diputado en el Congreso y acudió a la sesión inaugural antes de ser suspendido. Después conseguiría escaño en el Parlamento europeo aunque no pudo asumir su acta.
“Tenemos un Mandela”
Junqueras nació el 11 de abril de 1969 en Barcelona y a los dos años se mudó al cercano pueblo de Sant Vicenç dels Horts.
Educado en una escuela católica italiana, se doctoró en Historia y se dedicó a la docencia universitaria hasta dar el salto a la política en 2007 como concejal de su municipio, del que acabaría siendo alcalde, y después como eurodiputado.
En 2011 asumió las riendas de una ERC dividida y en declive para convertirla en una gran fuerza en la región, incluso ganadora de contiendas electorales.
Como vicepresidente regional desde enero de 2016, Puigdemont le encargó organizar el referéndum de autodeterminación prohibido del 1 de octubre de 2017.
Ya en prisión, viró su formación hacia una apuesta por un diálogo sin condiciones con Madrid y una moderación del discurso para seducir a la mitad de catalanes contrarios a la secesión.
“Él inspira todo este mensaje: él nos dice ‘yo me enfrento a sentencias muy duras pero no tenemos que renunciar a la política, a la palabra'”, afirma Rufián.
“Puede sonar grandilocuente pero tenemos un Mandela”, añade.
Cristiano devoto, con “una fisonomía franciscana” según el escritor catalán Sergi Pàmies, Junqueras llegó a resumir su ideario con la frase “el junquerismo es amor”.
“Doble cara”
Un personaje con una “doble cara”, asegura Enric Millo, exdelegado del gobierno español en Cataluña. Después de numerosos encuentros entre 2016 y 2017 para sofocar el conflicto, se dio cuenta de que “Junqueras estaba dispuesto a ir hasta el final”.
Santi Vila, excompañero de gobierno condenado por el Tribunal Supremo a una multa por desobediencia, reconocía en un libro que todavía albergaba “la duda de quién es realmente Oriol Junqueras”.
Para el articulista antiseparatista Joaquim Coll “es un personaje poco fiable”. “Tiene una retórica bondadosa, como clerical, pero es un independentista integrista, convencido”.
Especialista en esquivar preguntas con evasivas respuestas, sus designios son a veces inescrutables.
En las semanas críticas de 2017, fue su partido quien se sublevó contra Puigdemont cuando trató de abortar la proclamación de independencia para evitar un choque frontal con Madrid.
Y en febrero de 2018, en medio de un incipiente diálogo con el gobierno español de Pedro Sánchez, vetaron sus presupuestos, precipitando las elecciones anticipadas de abril que han llevado al bloqueo político actual.
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