Los misioneros, auxiliares a veces engorrosos de la diplomacia estadounidense

Decenas de miles de misioneros estadounidenses, como los que fueron secuestrados el sábado en Haití, se dedican cada año a obras humanitarias en el mundo, jugando un papel de auxiliar útil pero a veces engorroso para la diplomacia de Washington.

Decenas de miles de misioneros estadounidenses, como los que fueron secuestrados el sábado en Haití, se dedican cada año a obras humanitarias en el mundo, jugando un papel de auxiliar útil pero a veces engorroso para la diplomacia de Washington.

Una pandilla armada haitiana secuestró el sábado a 17 misioneros y miembros de sus familias, entre ellos 16 estadounidenses y un canadiense, miembros de la asociación protestante Christian Aid Ministries, de origen menonita. El grupo acababa de visitar un orfanato cerca de Puerto Príncipe a pesar de que el Departamento de Estado desaconseja fuertemente a sus ciudadanos viajar a Haití, en donde se multiplican los raptos.

Este secuestro evidenció las relaciones en ocasiones tensas entre el Departamento de Estado, llamado a intervenir cada vez que un estadounidense tiene dificultades, y las organizaciones religiosas que juegan un papel humanitario crucial al ir allí adonde otros no se atreven, pero toman a veces riesgos excesivos, bajo lo que consideran como una protección divina.

"Las embajadas de Estados Unidos en el extranjero consideran regularmente a los misioneros como un problema", indica Knox Thames, exfuncionario del Departamento de Estado a cargo de las cuestiones religiosas. "Ocurre que hieren las sensibilidades locales, violan leyes antiproselitismo, o que se hacen secuestrar, como en Haití".

Los ejemplos de misioneros estadounidenses en problemas en el extranjero no faltan. En noviembre de 2018, un joven católico de 27 años, John Chau, falleció en una isla del archipiélago indio de Andamán y Nicobar bajo las flechas de una tribu autóctona que rechazaba contactar al mundo exterior, pero que él deseaba convertir.

En mayo del mismo año, un misionero mormón estadounidense de 26 años, Joshua Holt, y su esposa, Thamara, fueron liberados por el gobierno venezolano tras dos años de cárcel, en lo que Caracas presentó como un "gesto" de apertura hacia Estados Unidos.

En 2010, un joven estadounidense de origen coreano, Robert Park, cruzó la frontera entre China y Corea del Norte el día de Navidad para tratar de llamar la atención -según él- sobre la situación de los derechos humanos en el país. Fue liberado dos meses después por Pyongyang.

- Elemento mayor de las ONG estadounidenses -

Sin embargo, el gobierno estadounidense usa cada vez más a los grupos religiosos para llevar la ayuda humanitaria norteamericana a los países de riesgo, una práctica controvertida durante un tiempo pero que se generalizó durante la administración de George W. Bush.

"Si desea ayudar a crear una clínica en Sudán del Sur, o en Haití, usted no pasa por el gobierno, pasa por una ONG", anota Melani McAlister, profesora de historia estadounidense en la Universidad George Washington. "Y los grupos religiosos estadounidenses son indudablemente un elemento mayor de la red de ONG estadounidenses".

Para Todd Johnson, del centro de estudios sobre el cristianismo mundial en el Gordon-Conwell Theological Seminary, los misioneros que pasan varios años en un país adquieren las capacidades lingüísticas y culturales que les permiten ser eficaces.

"El gobierno estadounidense tiene mucho interés en que tengan éxito", resalta, al anotar que la respuesta de la administración debería ser la misma en cualquier caso de secuestro, se trate de un misionero o de un hombre de negocios.

Los misioneros secuestrados en Puerto Príncipe no buscaban aparentemente convertir a los no creyentes, en un país ampliamente católico, pero el proselitismo es una parte esencial de la vida de los misioneros cristianos, en particular las congregaciones protestantes conservadoras como las evangélicas, las bautistas, las mormonas y las menonitas.

Con 54.000 misioneros en el mundo en 2020, los evangélicos son los más numerosos, seguidos por los bautistas, con 3.500, según las últimas cifras publicadas por esas congregaciones.

La asociación Christian Aid Ministries es una "organización humanitaria muy activa, pero un muy pequeño subconjunto de los cristianos estadounidenses", subraya McAlister.

El gobierno estadounidense financia las actividades humanitarias de grupos religiosos, pero no el proselitismo, lo que la gran mayoría de misioneros acepta voluntariamente, según Johnson.

"Desde un punto de vista cristiano, ayudar a los otros hace parte de la ley cristiana", explica. "Si la gente quiere más que eso, está bien, pero si solo quieren la ayuda, también está muy bien".

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FUENTE: AFP

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