El golpe en Sudán hace peligrar el apoyo internacional arduamente ganado

El empobrecido Sudán apenas comenzó este año a revertir décadas de aislamiento internacional para obtener inversiones y ayuda de urgente necesidad. Pero el reciente golpe militar amenaza este progreso, indican los analistas.

El empobrecido Sudán apenas comenzó este año a revertir décadas de aislamiento internacional para obtener inversiones y ayuda de urgente necesidad. Pero el reciente golpe militar amenaza este progreso, indican los analistas.

Bajo la dictadura de Omar al Bashir, Sudán fue un paria para los países occidentales. Estados Unidos impuso severas sanciones contra el régimen por cobijar extremistas islamistas, incluyendo al líder de Al Qaida Osama bin Laden en los años 1990.

El autoritario dirigente fue tumbado por su propio ejército en abril de 2019 tras importantes protestas callejeras. Se instauró entonces un gobierno transitorio de civiles y militares que fue derrocado con el golpe del lunes.

Estos dos años situaron a Sudán en el camino correcto, asegura Alex de Waal, curtido experto sobre el país y director ejecutivo de la World Peace Foundation de Estados Unidos.

En diciembre, Washington lo retiró de su lista de países que patrocinan el terrorismo. Y este año abrió la puerta a una condonación de deuda de 50.000 millones de dólares y a la obtención de nuevos fondos del FMI y el Banco Mundial.

- Suspensión de ayuda -

"Los intereses nacionales de Sudán se satisfacían continuando con este lento camino de reforma con asistencia internacional que, finalmente, estaba empezando a llegar en la cantidad requerida", dice De Waal.

Pero con el arresto del primer ministro Abdala Hamdok, un economista internacional, y otros miembros civiles del gobierno y los órganos gestores de la transición, los militares han generado "serios riesgos para Sudán", indica una informe del International Crisis Group.

Estados Unidos no vaciló en reaccionar. Horas después del golpe anunció que suspendía un paquete de 700 millones de dólares de ayuda económica para respaldar la transición democrática del país.

El martes, la Unión Europea también advirtió con suspender el apoyo financiero si los militares no restauran a los líderes civiles en sus cargos.

De cumplirse las amenazas, especialmente de los donantes occidentales y el Banco Mundial, el "progreso, atrasado pero sustancial, que se ha hecho hacia la estabilización del país se desmoronará", alerta De Waal.

Sudán es uno de los países menos desarrollados del mundo. A finales de 2018, el precio del pan se triplicó y condujo a las protestas que acabaron apartando al dictador.

En los últimos tiempos, el país sufrió escasez de medicinas y otros productos esenciales mientras la inflación se situó por encima del 300%.

Tras el derrocamiento de Bashir, las monarquías del Golfo depositaron 500 millones de dólares iniciales en su banco central como parte de una asistencia prometida de 3.000 millones para mantener su influencia en el país.

- Una región problemática -

Aunque el general golpista Abdel Fattah al Burhan obtenga más apoyo financiero de los países árabes, este no compensará el ofrecido por las instituciones internacionales y los donantes occidentales, señala De Waal.

El golpe "deja potencialmente a Sudán extremadamente aislado, volviendo a un periodo en que era evitado por el resto del mundo", explica.

El aislamiento, sin embargo, es compartido por otros países en problemas de la región.

Su vecino en el sureste, Etiopía, combate desde hace un año con las autoridades rebeldes de su región norteña de Tigré, un conflicto que ha manchado la reputación internacional de su gobierno.

En el oeste, Chad sigue bajo control de los militares y, más al oeste, se ubica el tumultuoso Sahel, escenario de múltiples violencias y campo de acción de grupos criminales y yihadistas.

"Una lucha extendida en Sudán sería un mayor desastre para la región", indica el informe de ICG.

El lunes, el ministerio de Información, leal a Hamdok, aseguró que los soldados "dispararon con balas reales sobre manifestantes (...) frente al cuartel general del ejército".

Al menos cuatro personas murieron y unas 80 fueron heridas, de acuerdo con un sindicato de médicos independiente.

Los analistas expresaron preocupación de que las protestas sean reprimidas brutalmente.

De Waal afirma que esto no implicaría únicamente un baño de sangre en la capital Jartum, sino también la reactivación de las guerras civiles en las provincias de Darfur y Kordofán del Sur.

El ICG asegura que los líderes sudaneses que autoricen matar a manifestantes o se resistan a volver a los acuerdos de la transición deberían enfrentar sanciones de la Unión Africana.

Las monarquías del Golfo y Egipto, que entablaron los vínculos más estrechos con Burhan y el ejército sudanés, deberían pedir contención, añadió este grupo.

"No ganarán nada de la inestabilidad en Sudán que es probablemente que siga al golpe militar", concluye.

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FUENTE: AFP

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