La mente multitarea
Casi todo o para algunos ¡todo! lo inherente a nuestra existencia llega a través de Internet.
Casi todo o para algunos ¡todo! lo inherente a nuestra existencia llega a través de Internet. Nos conectamos para ver las noticias de nuestros temas de interés, - sobre nuestros afectos y nuestro trabajo -, estamos disponibles para una enorme red social, nos ponemos online para atender cuestiones domésticas, para comprar y para vender. Nuestro trabajo depende de la conectividad pero también nuestros vínculos placenteros. Porque estar conectados es un estado del ser.
Hace tres años, Nicholas Carr, un escritor norteamericano especialista en tecnologías, escribió un artículo que levantó polémica. “¿Google nos vuelve más estúpidos?”, fue la pregunta que disparó en una columna personal en la que exponía su experiencia en la nueva vida digital. El artículo fue el comienzo de una investigación profunda que lo llevó a publicar este año una nueva alerta, ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Superficiales. (Taurus)
La pregunta está en quienes usamos con más o menos asiduidad la red y nos ocupa en el debate sobre las consecuencias que tiene en nuestras vidas la multi herramienta que supone este sistema. Carr partió de una preocupación personal: su poder de concentración en la lectura se estaba perdiendo. Cada vez le costaba más mantener la atención en un texto. Lo que antes disfrutaba por largas horas hoy le significaba una carga. El libro de Nicholas Carr, ofrece una serie de ejemplos científicos de cómo hemos perdido la capacidad de concentración. Nuestra capacidad de contemplación y reflexión disminuye dando paso a otra manera de pensar.
Una vez que avancé en la lectura del libro se fue aclarando algo que todos los que tuvimos la experiencia de la vida analógica anterior a la digital podemos sospechar: Internet tiene un gran poder de distracción. Muchas veces tengo la sensación de que una vez metida en la red no elijo. Una serie de hipervínculos y barritas multicolores me invitan a ingresar en otros mundos. Los links se convierten en marquesinas. Y como el contenido es infinito la forma de acercarnos a él es superficial. Abrimos una página y aún sin terminar de leer el artículo ya nos distraemos con algo más. Eso cuando no suena la alarma de la llegada de un correo electrónico.
El libro de Carr nos explica a través de vastos estudios científicos como nuestros procesos neuronales comienzan a cambiar y en consecuencia modifican nuestro intelecto.
Mientras más usamos la red, más trabajo nos cuesta permanecer concentrados en una sola cosa y nos incita a buscar lo breve y lo rápido. El autor nos habla de un picoteo de contenido casi automatizado dentro de un sistema que nos interrumpe todo el tiempo, porque “la Red está pensada para dividir la atención”. Un hábito que altera los procesos neuronales y que entre otras cosas, asegura Carr, nos lleva a perder la memoria de largo plazo.
Mientras escribo en este blog veo a mis hijos en estado de conexión alrededor. Uno de ellos en Facebook compartiendo un nuevo estado con sus cientos de amigos, otro con un celular leyendo mensajes y el tercero jugando en red a la última versión del juego Call of Duty. Sus hábitos cambiaron de manera rotunda respecto a los míos durante mi infancia. Los estudios científicos que presenta el libro también resaltan las cualidades que se estarían adquiriendo. Se habla de mayor rapidez para determinadas respuestas, de actos reflejos más eficientes para el mundo de hoy.
Pero a pesar de leer las ventajas me quedo obsesionada con la idea de la distracción, de la mente de malabarista como le llama Carr a uno de los capítulos de su trabajo. En definitiva, con la pérdida de la libertad. “La esencia de la libertad es poder escoger a qué quieres dedicarle tu atención. La tecnología está determinando esas elecciones y por lo tanto está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma”, advierte el autor en una entrevista publicada en El País de Madrid.
La distracción también nos puede aturdir y no me gusta la idea de una mente aturdida.
El pensamiento profundo, la contemplación y la quietud de la mente tienen a Internet como un enemigo. Es un aspecto de la vida digital que paradójicamente nos lleva a estar desconectados. En definitiva es la vieja tentación humana de no estar en el presente. De no conectarse con las emociones, de no mirar de manera conciente al otro y de perder la posibilidad de encontrar su propia esencia.
Ah! Ya que están en Internet, pueden googlear a Eckhart Tolle, un maestro espiritual que conocí recientemente y es revelador. Pero en especial sugiero comprar el libro “El poder del ahora”, la letra impresa para mí es insustituible.-
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