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Huidobro en Defensa Nacional: primera tarea, el Hospital Militar
Adelantó que se respetará el orden de derechas en el reemplazante del comandante Rosales. Uno de los edecanes de Sendic dirigirá el destino de las FF.AA.
El nuevo ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, anunció que su prioridad al asumir el cargo será reorganizar y asistir una salida para el Hospital Militar, el centro asistencial de las Fuerzas Armadas en el que se atienden 160.000 personas, y que se encuentra en graves problemas financieros y asistenciales. La rendición de cuentas ya estableció una partida de dinero para establecer contratos de trabajo y mejorar la situación de la mutualista de las Fuerzas Armadas.
También deberá resolver problemas administrativos que hace más de un año estaban sin resolver: ascensos militares, la sucesión del comandante Jorge Rosales en setiembre, el plan de reducción de las Fuerzas Armadas, cambios en el Servicio de Inteligencia y hasta una demanda por acoso sexual contra un chofer que era asesor directo de su antecesor, Luis Rosadilla.
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Huidobro dijo que uno de sus objetivos de su gestión será que "las Fuerzas Armadas se sientan parte del pueblo" y trabajar en los temas de cambio climático.
Sobre la sucesión de Rosales, "El Ñato" dijo que se respetará el orden de derechas "todo lo que sea posible" para nombrar al futuro comandante.
Según fuentes militares, la primera opción sería el general Luis Pérez, quien mantuvo varias diferencias en los últimos tiempos con Rosales y se encuentra sancionado por una reunión que ocho generales mantuvieron hace unas semanas con motivo de una visita al militar preso, Tranquilino Machado. El segundo en ese orden es Daniel Castellá, hermano del subsecretario de Defensa recientemente fallecido, Gabriel Castellá. Ambos son generales con más tiempo en el cargo que el propio Rosales.
Hace algunos años la sola mención del hecho hubiera sido interpretada como una broma: el ex guerrillero tupamaro Eleuterio Fernández Huidobro será el hombre que conducirá los destinos de las Fuerzas Armadas como ministro de Defensa.
En la mañana de este martes, Huidobro asumió oficialmente su cargo en el Poder Ejecutivo.
Hombre de humor zumbón y palabras punzantes, "El Ñato" seguramente tendrá un chiste a flor de labios para interpretar este momento de su vida, en el que deberá darle órdenes a muchos de los militares que lo derrotaron a él y al Movimiento de Liberación Nacional en 1972.
Entre muchas paradojas, Huidobro es un sobreviviente en más de un sentido. Fue uno de los nueve rehenes -junto con Mujica, Rosencof, Marenales, Henry Engler, entre otros- que pasearon por cuarteles de la dictadura en condiciones infrahumanas durante casi diez años. Experimentó vivir en "perreras", aljibes y piletas de sal de las que solo podía salir en cuatro patas. Comió en el piso y sufrió torturas, en su carácter de lugarteniente del líder Raúl Sendic.
Fue fundador de El Coordinador en 1964, el antecedente de los tupamaros, y luego se transformó en el escritor oficial de los principales documentos de la guerrilla urbana.
También empuñó las armas en sangrientos episodios como la toma de Pando y participó de las negociaciones con los militares para firmar una capitulación que finalmente fue dejada de lado.
Los contactos con el mundo militar siguieron después de la cárcel. La Logia nacionalista Tenientes de Artigas -entre quienes estaban líderes de la intligencia local- le propuso a sus colegas ex combatientes que trabajaran juntos en la seguridad de los Reyes de España durante su visita en 1993 ante la posibilidad de un atentado de la banda ETA.
La buena relación entre tupamaros y terroristas vascos permitió que nada sucediera. Después del éxito conjunto, los militares y los ex guerrilleros decidieron sentarse en la misma mesa buscando mecanismos para "dar vuelta la página" de la historia reciente.
En los últimos años, Huidobro integró las comisiones de Defensa del Parlamento, y fue el interlocutor político de la izquierda con la corporación castrense.
Su llegada al ministerio cubre la salida de Luis Rosadilla, su compañero de la Corriente de Acción y Pensamiento Libertad (CAP-L), un desprendimiento del Movimiento de Participación Popular.
Mujica anunció así su llegada al ministerio. Él era la "vieja guardia" a la que iba a recurrir.
Detrás de su ingreso hay múltiples interpretaciones. La primera es que Mujica apela a un ejemplar de la "vieja guardia" para ganar peso en un gobierno que no se ha caracterizado por ser monolítico, el cual vive de crisis en crisis por diferencias insalvables por temas básicos como la Caducidad, política económica, impuesto al agro, seguridad ciudadana y más.
La otra lectura es que Fernández Huidobro será la voz de Mujica ante el desafío de conducir la interna militar ante un nuevo tiempo político que se abre a partir del revisionismo de las causas por derechos humanos. Todo el mundo sabe, que "El Ñato" renunció a su banca en el senado molesto con los sectores del Frente Amplio empeñados en anular la Ley de Caducidad.
De algún modo, su regreso por la puerta grande del gobierno es respuesta a la posición adquirida por Mujica de entreabrir la puerta de la no impunidad de otro modo: anulando los actos administrativos de los presidentes Luis Lacalle y Julio Sanguinetti.
Los 88 casos de crímenes de la dictadura que se están reabriendo implicarán tensiones importantes con las Fuerzas Armadas, y Mujica necesita un líder con las espaldas anchas y crédito interno para soportar las presiones.
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