Es un libro de historia, también un libro de inspiración culinaria y es un libro de cuentos: todo va girando sobre el postre más amado por los rioplatenses como orgullo sobre un producto de sabor único: el dulce de leche. ¿Es uruguayo o es argentino? ¿A quién se le puede asignar la creación de un dulce que parece sencillo pero que genera adhesiones fanáticas?
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En la pileta de dulce de leche
Al periodista Leonardo Haberkorn no le convenció la “leyenda” contada en Argentina como un invento casual de una empleada doméstica de Juan Manuel de Rosas, que en medio de una visita trascendente de aquella época, dejó la leche con azúcar sobre el fuego sin reparar el tiempo, y se encontró con el resultado de un dulce especial. Creyó que había inventado un producto rico y se animó a convidar a Rosas y a su ilustre visitante Juan Lavalle.
Aquel encuentro fue en junio de 1829 y la costumbre popular argentina dejó esa fecha como la creación del dulce de leche.
Sin Wilson, nada
Haberkorn investigó el caso y encontró una carta de 1815 en la que un comerciante de Santa Fe que hacía mención a un envío de varias cajas de dulce de leche, y eso pasó bastante antes de 1829.
¿Encontró el origen certero o más o menos aproximado? Hay que leer el libro para entender cómo ese dulce creció, se expandió y se convirtió en patrimonio nacional, tanto de uruguayos como de argentinos.
El libro también recoge anécdotas curiosas, como la del cantante Carlos Gardel, quien exigía que le enviaran dulce de leche a todas partes del mundo. Curiosamente, Gardel lo consumía con canela y clavo de olor
¿Por qué leerlo? Haberkorn es una marca de buenos libros, y publique lo que publique, siempre será de interés; pero además en este caso habla del postre símbolo del Río de la Plata y cuenta una historia muy rica; deliciosa.
LEONARDO HABERKORN - El dulce de leche
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