Luego de triunfar 2 a 0 ante Perú, el Maestro Oscar Washington Tabárez se sometió, dolorosamente como siempre, a las preguntas de quienes lo esperaban en la sala de prensa del Estadio Único de la Plata.
Detrás del éxito celeste, está el plan sociodeportivo de Tabárez
Uso de tecnología, hincapié en la educación y la disciplina. Los perfiles personales de los jugadores. El compromiso social. El aprendizaje de la debacle de 1990.
Cuando algún cronista intentó relacionar el resultado de anoche con Maracaná y las antiguas glorias del fútbol uruguayo, el DT celeste no quiso dejar pasar la oportunidad de sacarle misticismo al asunto.
Tabárez mencionó casi al pasar el trabajo que presentó al asumir en 2006 bajo el rótulo "Proyecto de institucionalización del fútbol uruguayo" .
Entradas para la final van para dirigentes, jugadores y agencias
Pocos lo conocen, pero allí sentó las bases de una matriz común, que parte de la premisa de trabajos realizados por él y otros técnicos -entre ellos Sergio Markarián- sobre la idiosincrasia del jugador uruguayo, su biotipo, su forma de alimentación e inclinaciones tácticas más favorables.
Ahora Tabárez es motivo de elogio en todo el mundo. El País de Madrid le dedica un perfil exhibiendo sus méritos indudables.
Pero El Maestro tuvo altas y bajas. Provenía de una larga experiencia internacional en el alto profesionalismo en Boca de Argentina, Oviedo de España, Milán y Cagliari de Italia. También venía de una mala experiencia en la selección uruguaya que había terminado con la frustración de Italia 90, una de las mejores generaciones de futbolistas, cuyos integrantes tuvieron pasajes exitosos en el fútbol internacional y en selecciones juveniles uruguayas. "Paco" Casal metido en la concentración y el desgobierno directriz pusieron su cuota de talento en el resultado, pero los errores -y el puesto 16 obtenido- quedaron en evidencia por la debilidad de Tabárez.
CEPILLO Y JABÓN. Dieciséis años después, las circunstancias políticas en el fútbol uruguayo volvieron a ser favorables para "El Maestro". Mientras la élite del fútbol disputaba el Mundial, en Uruguay se replanteaban las fichas del tablero.
Con el recambio dirigencial, también hubo un recambio político: llegó el gobierno del Frente Amplio y su ministro de Deportes Héctor Lescano anunció ampulosamente que el fútbol uruguayo necesitaba "un baño con cepillo y jabón".
El Oscar Tabárez que reapareció en escena en 2006 no era el mismo de 1990. Entre otras novedades, postulaba la supervisión de todas las selecciones uruguayas y un regreso a las raíces: línea de 4, tres mediocampistas y tres delanteros.
La realidad le demostró una vez más que los dogmas no funcionan en el fútbol, y que en la paleta de colores no tenía jugadores adecuados para aplicar este sistema. Sin volantes creativos, optó por futbolistas multifuncionales, que pudieran adaptarse a distintos esquemas, aún dentro del mismo partido.
En su plan, forjado desde su experiencia de maestro comunitario, el DT planteó como exigencia un estilo inexorable: que los jugadores tengan un perfil técnico, físico, fisiológico y psicológico, pero que también posean una formación en valores, alejada del célebre "matonismo" de los futbolistas uruguayos de las últimas décadas.
"Una de las cosas que yo siento como éxito -dijo a El Espectador, después de Sudáfrica- es que se haya valorado al equipo aun en la derrota. Creo que en este país ese clic lo hicieron los jóvenes. Me tocó entrenar a la selección en las eliminatorias y en el Mundial del 90, y veníamos con una imagen a nivel internacional, creo que exagerada pero que existía, de que los uruguayos éramos golpeadores, tramposos".
El rendimiento de los deportistas fue medido con un esmero particular. "Tuvimos que hacer un fuerte hincapié en la velocidad. Tal es así, que de los primeros diez jugadores con más recorrido en el Mundial, tres son uruguayos", aseguró Tabárez.
El fútbol se transformó así en un evento para desdramatizar, una sumatoria de probabilidades que se desarrollan en el lapso de 90 minutos de juego. Y quien prevea mejor ese desarrollo, gana. El ciclo Tabárez está marcado por el empleo de la tecnología para su aplicación en las estrategias deportivas. En tal sentido, se contrató el software de la empresa Kizanaro para el análisis de los partidos en tiempo real. Tabárez lo explicó así a la señal BBC.
LOS 23 DE SUDÁFRICA. Los 22 amistosos pactados desde 2006 a 2010, más los 20 partidos de la Eliminatoria y otros 6 en Copa América permitieron al técnico probar más de cincuenta futbolistas,
Que de los 23 futbolistas que llevó al Mundial, 15 hayan formado parte de los primeros meses de este proceso, no es casualidad. En el plantel que participó de los primeros amistosos en 2006, 8 llegaron hasta Sudáfrica: Diego Godín, Andrés Scotti, Jorge Fucile, Diego Pérez, Maximiliano Pereira, Walter Gargano, Sebastián Abreu y Sebastián Fernández.
Con grupos cuasi cerrados y rigurosos, futbolistas responsables, comprometidos socialmente y en training dentro de sus clubes de origen, Tabárez consiguió desandar el pánico escénico de los últimos años.
En sus declaraciones siempre se juega a un discurso llano, casi zen, en el que se pone de manifiesto la intención de "primero limitar al contrario y luego pasar potencializar las virtudes propias", y "disfrutar el camino" más allá del logro de los objetivos deportivos.
Para Tabárez la clave es organizarse y tomar a tiempo a quienes pueden ser deportistas de élite. Según un trabajo desarrollado por él, del universo total de aspirantes que comienza su viaje en el baby fútbol, apenas 0,14% puede llegar a tener un pase a Europa, que es lo que se considera algo que puede cambiar la vida personal y familiar de un futbolista.
Para ello Tabárez ofrece una receta que no siempre da resultado, pero parece ser el único camino posible, en detrimento de décadas de jugadores discólos o fiesteros o poco profesionales que iban a Europa a pasear, y que venían a la selección para jugar de espaldas al hincha
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