Para hacer justicia, “Matador” y “Pistolero”

    Los Juegos Olímpicos de Londres se avecinan y la discusión futbolera se disparará muy pronto. Hay tres lugares para tres jugadores mayores de edad.

     

    Un “Matador” y un “Pistolero”.

    En la tierra donde “Jack The Ripper” se convirtió en leyenda sembrando el terror en el empobrecido “East End”, los periodistas deportivos de BBC, Bleacher Report o The Telegraph dejan volar sus palabras hasta amalgamarlas con bandidos o delincuentes, tan solo porque las diez semanas del “Otoño del Terror” lo permiten.

    Así, al Chelsea, patrón de “Stamford Bridge” -en antológica victoria ante Manchester United- lo integraron los “11asesinos de Londres” y no hubo voces que se alzaran protestando por tan criminal comparación.

    Es que “El Destripador” burló a Scotland Yard con la misma pericia que “Matadores y Pistoleros del Gol” cobran víctimas en contiendas donde la red es la amante que deben conquistar sin importar cuantos enemigos queden por el camino.

    Cavani es el Matador del siglo XXI.

    Mario Boyé, “El Atómico”, nacido en el porteño barrio de Colegiales, fue el primero en cargar el mote que hoy hace famoso al delantero que tiene a Nápoles a sus pies.

    El xeneixe Boyé era tan cruel frente a los contrarios que una vez convirtió un gol de 40 metros con un remate tan potente que le esguinzó la mano al golero de Vélez.

    Tal vez Cavani no tenga tanta potencia en su remate pero lo acompaña -en su andar rumbo al arco- la astucia y la frialdad de un asesino serial.

    Como el “Matador Salas”, el salteño ofrece oreja y rabo a los enardecidos tifosi del equipo donde Maradona fue Dios. Es que la ciudad más poblada del sur de Italia, donde se venera a la Virgen del Carmen, transformó en Rey a un Matador como si las complejas reglas de la Camorra necesitaran un futbolista de esa calaña para triturar a los poderosos enemigos futboleros del envidiado norte.

    La historia del “Atleta de Dios” -que admiramos y respetamos en el paisito- no coincide con su categorización en la cancha.

    Los brasileños definen a sus grandes goleadores como crueles. Cavani lo es.

    La historia de Luis Suárez no es muy diferente en la cancha pero se le pueden agregar sinsabores imprevistos por la cacería que se desató sobre el implacable “Pistolero de Anfield”. Es que la cabeza de un asesino tiene su precio y por eso, hasta quisieron desterrarlo.

    En ese instante, un coro atronador retumbó en Anfield Road L4 0TH. Spion Kop, Main Stand, Centenary Stand y Anfield Road, las cuatro tribunas del estadio de Liverpool, corearon “Suárez, Suárez” y celebraron su acción depredadora en el área rival. Punto final o sólo el comienzo...

    “Luisito”, como “Edi” también salteño, siempre tiene listo el gatillo. Va al frente y no perdona. No pacta, salvo con el gol, y está en duelo -a pura pólvora- con los rivales.

    Los Juegos Olímpicos de Londres se avecinan y la discusión futbolera se disparará muy pronto. Sólo Oscar Tabárez, un entrenador de máxima credibilidad, ha logrado que las apasionadas charlas de oficina, café o cancha, no incluyan el debate sobre qué tres jugadores -mayores de 23 años- deben citarse para reforzar la selección que pugnará por el oro en la capital inglesa.

    Hay un detalle. La FIFA, deseosa de preservar su inacabable fuente de ingresos -los mundiales-, no obliga a los clubes a ceder a los futbolistas para la competencia olímpica.

    Los JJOO, sin aquella carga lúdica que planteó el Barón Pierre de Coubertin, se han transformado en batalla de atletas de probeta, pugna de grandes marcas, velocidades que desafían lo imposible, millonarias inversiones y complejas negociaciones por derechos de televisación.

    El fútbol no es ajeno a la disputa.

    Aquellos campeones de 1924 y 1928, que maravillaron con sus proezas a Ámsterdam y Colombes, mirarán desde la eternidad a los futbolistas de Tabárez que intentarán seguir derribando mitos.

    Hay tres lugares para tres jugadores mayores de edad.

    En la inmensidad del lujoso “Soccer City”, en aquel invierno insoportablemente frío de 2010 que congelaba a todos los habitantes de Johannesburgo, no hubiera dudado: uno de los tres lugares le pertenecía a Forlán. Hoy, su lesión y su andar con pocos aciertos en un equipo en crisis, lo relegan.

    No falta quien asegure ser testigo de una confesión de Tabárez: Muslera, Lugano y Suárez. No lo creo, no figura en las sagradas escrituras de esta selección que hizo historia por ser diferente.

    Luego de disparar el debate en “Subrayado”, y respondiendo a la inevitable frase de los hinchas a los periodistas -¡Qué se la jueguen!-, reclamo un lugar para Edinson Cavani y Luis Suárez. Potentes, fantásticos, demoledores. Dos asesinos del gol.

    No me decido por la tercera opción. Tal vez Muslera, tal vez la “Tota” por su liderazgo fantástico, tal vez el Ruso o el Cacha por su entrega formidable.

    Sólo hago constar en actas que dos salteños no pueden faltar.

    Dejá tu comentario