Bruna de Oliveira Madeira, una de las rescatadas de la expedición de canotaje que se vio afectada por la crecida repentina del Cuareim.
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El dramático rescate de los jóvenes desaparecidos en el río Cuareim
22 personas habían salido a una travesía en canoas, pero el río creció de golpe y la corriente rompió una canoa.
Una veintena de personas participaba de la expedición y debieron se rescatadas en un operativo conjunto realizado por el ejército, la naval y la Fuerza Aérea.
Según relató a Subrayado, cuando llegaron al Cuareim la correntada se puso “más violenta” y quebró una canoa.
Así fue que los dos que viajaban en esa embarcación tuvieron que ir cada uno a otra de las canoas del grupo. Bruna relata que “fuimos un poco más lento porque de a tres en la canoa es más complicado”.
Varias veces la corriente dio vuelta la embarcación, y cuando llegó la lluvia “se puso más complicado”.
Cuando oscureció “teníamos dos linternas”, y cuando se enfrentaron una curva y se vieron desorientados, prefirieron acercarse a la orilla hasta que hubiera luz y los encontraran.
Otra canoa también decidió poner fin a su travesía por esa noche, y paró en la margen brasileña del Cuareim.
Armaron un fuego y una carpa con las canoas “teniendo la idea de que íbamos a encontrar tierra firme enseguida, hasta ahí estaba todo bien. Intentamos y no encontramos, entonces tuvimos que quedarnos ahí”.
A la 1 de la mañana el agua “se nos vino arriba”, cuenta Bruna, que relata que cuando se dieron cuenta ya estaba a solo tres metros de su campamento, y dejaron de ver a los de la canoa que había parado en la otra orilla.
Los seis que estaba juntos comenzaron a caminar tratando de alejarse del río, pero no encontraban tierra firme.
“Estuvimos buscando tierra mientras se nos subía el agua, hasta que ya no dábamos pie, y en el último árbol más alto estábamos seis personas agarradas de dos ramas”, explica.
Sus gritos permitieron que el tío de Bruna reconociera su voz y se acercara a rescatarlos.
“Así nos acomodamos 5 en una canoa” cuenta, que tenían que desaguar permanentemente por las intensas lluvias. En el árbol solamente “había lugar para cuatro”.
“Estábamos en la nada, si el agua tapaba el árbol, no teníamos de dónde agarrarnos”, dijo.
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