Alguna vez lo miré y me asombró su desparpajo. Él, con gran generosidad, lo recordó en alguna nota en Argentina, y cada vez que nos cruzamos -en las buenas y en las malas- me identifica con aquel apodo que nunca se convirtió en oficial porque para el mundo es más Loco que Abreu.
El canto del Loco
Alguna vez lo miré y me asombró su desparpajo. Él, con gran generosidad, lo recordó en alguna nota en Argentina, y cada vez que nos cruzamos -en las buenas y en las malas- me identifica con aquel apodo que nunca se convirtió en oficial...
Creo que corría el 92. Eran mis últimos meses en la segunda etapa del mítico diario "El Día" -que estaba a punto de cerrar otra vez, víctima de una pésima administración- y coincidía con mis primeros pasos en el mundo de la televisión.
Inspirado en aquellas primeras épocas de "Fútbol de Primera" le copiaba algunas entonaciones al pintoresco relator argentino Marcelo Araujo y regaba de apodos a los jugadores del fútbol de acá. Así, Osvaldo Canobbio era "Terminator" -y hasta filmamos un corto con Julio Sonino que lo comparaba con Schwarzenegger-, Darío Silva era "El Poeta del Olimar", Diego Dorta, "El Jefe" o Gustavo Badell, "El Araña".
Me lo presentó un nativo de Minas, Claudio Pérez, eterno enamorado del fútbol, y centrodelantero con pocas oportunidades en la capital.
Era un flaco, muy flaco, largo, con barba desalineada y sonrisa franca.
Claudio me contó que este pibe de 16 años recién cumplidos "era bueno... muy bueno". "La va a romper, se va a cansar de hacer goles", reafirmó con entusiasmo.
El gurí, sano como todo adolescente del interior, me saludó con gran simpatía -un sello en su vida- y tras un par de comentarios del partido que Nacional jugaba en el Centenario me aseguró que iba a ser famoso y goleador.
Sonreí, con la desconfianza de los que no queremos ilusionar con villas y castillos a los que inician el difícil camino del fútbol -al fin y al cabo llegan unos pocos- y musité "allí estaré para contarlo".
Cuando me levanté para ir hacia el sector de las cabinas, me miró y me dijo: "¿Qué apodo me vas a poner cuando sea famoso?".
Me reí... Y disparé "Halcón".
"Porque vuelan muy alto", agregué antes de despedirme.
"Me gusta", me gritó, y lo dejé sentado como un hincha más en la Tribuna América.
Me fui sin pensar que alguna vez me iba a hacer llorar, y reír, y sudar con temperatura bajo cero y abrazarme con gente que ni conocía mientras gritábamos: "La picó... El Loco la picó".
...
Hace unos días, el Maestro Tabárez, realizó la primera convocatoria para las Eliminatorias 2014.
Es la quinta clasificatoria en la que se repite un nombre: Washington Sebastián Abreu Gallo.
Recientemente comparado con Romario por el presidente del Botafogo por su crueldad en el área, carismático, impredecible, está a punto de batir su récord de goles en un club -Cruz Azul- bajo el tentador sol carioca. En México, también tiene el récord pintoresco de anotar en los dos rivales que dirimen el clásico Regio: Tigres y Monterrey.
Cuando recibió la confirmación para estar ante Bolivia y Paraguay, confesó que sueña con jugar el próximo Mundial. Tendrá 37 años... no son tantos... Roger Milla la descosió con 42.
El grupo lo reconoce líder.
Es el patriarca de Lavalleja, departamento que tiene la superficie del Líbano y es más grande que Puerto Rico, es el mejor embajador de una tierra que no se puede abandonar sin pisar el Verdún, Villa Serrana o el Cerro de Arequita y sin recordar a Trelles, Lerena, Manuel Abreu o el Bomba Villar.
Allá fue basquetbolista genial... pero cuentan que travieso. Convocado a la celeste Sub 15, una trasnochada le costó la eliminación. Salieron dos pero sólo a él lo descubrieron.
Los cuentos populares también alimentaron la leyenda de que -un día de dudas- El Loco tiró la moneda al aire para decidir su futuro: ¿fútbol o básquetbol?
Con 14 años, fue periodista deportivo en el diario "El Serrano". ¿Su sección? La nota al mejor futbolista del fin de semana. Un día el más destacado fue Sebastián Abreu y no dudó en publicar un auto-reportaje. Ya se sabe que las experiencias precoces marcan nuestra identidad.
Suele ironizar sobre los pocos minutos en cancha con la celeste pero lleva anotados -con certera precisión estadística- todos los goles de su carrera. En partidos oficiales o amistosos.
Ya está en la historia. Tiene miles de fanáticos que lo idolatran, le dedicaron una cumbia, fue conductor de TV en canal 10, comanda una campaña contra el racismo, defendió 17 equipos, se dio el gusto de jugar en Israel y tiene retazos de cada una de sus pasiones en la camiseta que lleva bajo su piel.
Ya dejó su marca para siempre.
Yo sé que va a jugar el próximo Mundial. No es una locura.
Dicen que la locura es la privación del uso de la razón o del buen juicio. Hasta finales del siglo XIX, la locura era relacionada con el rechazo de las normas sociales establecidas. Sin llegar al nivel clínico o patológico, se le dice locura a cualquier acción inconsiderada, desacertada o que, por sus características anómalas, genera sorpresa. No es el caso...
Lo anunciarán las cuerdas de tambores de los lubolos de Candominas, Filarmónica, Los Amigos y Tangó. Como el aviso del gran guerrero del gol que se prepara para otra batalla.
Es que muchos locos son excéntricos, raros o no aprenden de las experiencias vividas. No es el caso...
Este es otro desafío del Loco más cuerdo del fútbol mundial. Eso sí, cuando se ponga la celeste en Brasil 2014 un corso de astronautas y niños, con un vals, le bailarán alrededor...
¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!
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