Arenas movedizas
¿Quién debería realizar una inversión como la del Antel Arena? ¿Es rol del Estado uruguayo hacerlo?
La construcción de un escenario de espectáculos y eventos como el Antel Arena es una inversión que debería realizar un empresario o grupo empresarial. El Estado uruguayo tiene otras tareas más importantes y urgentes en que ocupar sus recursos, en especial en tiempos adversos. Esto vale para la propia Antel, que tiene un rol clave en comunicaciones y tecnologías de la información, no en espectáculos.
¿Por qué afirmamos esto? En política y economía la discusión sobre el rol del Estado fue intensa durante todo el Siglo XX. Luego de las guerras mundiales, los enfoques planificadores y con fuerte presencia estatal predominaron: había que reconstruir Europa y los países socialistas tomaron cierto prestigio con su planificación centralizada. Pero muchos exageraron: durante los gobiernos laboristas el Estado inglés llegó a tener agencias de viajes. En aras del “interés estratégico”, había argumentos para todo.
Con los años, esos modelos comenzaron a tener serios problemas. Llegó la contraposición liberal (o neo-liberal, como se la denominó) que planteó una respuesta también radical: achicar el Estado, privatizar, dejar que operen las “fuerzas del mercado”. Esto también adquirió prestigio, aunque trajo nuevos problemas. Porque hay y habrá áreas donde el Estado tiene un rol clave.
Así, hoy es razonable afirmar que el Estado debe reforzar su rol en los servicios básicos sociales. Justicia y seguridad, y también salud y educación, donde pueden combinarse de distinta forma recursos estatales y no estatales (empresas, instituciones mutuales, fundaciones). Más aún: ciertas infraestructuras necesarias son de interés estatal directo, pues es difícil que las empresas puedan configurar allí negocios razonables. Plazas, parques e incluso algunas rutas y caminos, o los hace el Estado o difícilmente lo hagan otros.
En dichas áreas básicas, Uruguay tiene problemas: el desempeño educativo no es bueno, el sistema de salud es muy oneroso y necesita un mejor desempeño, la infraestructura no es suficiente y hasta la propia justicia demanda más recursos. Así, es razonable pensar que todo esto debería ser prioritario, no el Antel Arena.
Dada la singular historia uruguaya, las empresas públicas tienen un rol clave, tal vez mayor que en otras naciones. Es un tema político. Parece claro que hay ciertos asuntos centrales, estratégicos de incidencia directa de los entes; en otros el mercado y la inversión empresarial pueden dar una respuesta más potente y efectiva a la sociedad. El caso de UTE es ilustrativo: invierte en generación base y en la red de distribución de energía (decenas de millones de dólares), mientras habilita a las empresas a invertir en los parques eólicos, que han puesto a Uruguay en el liderazgo global en energías renovables.
Antel puede tomar un derrotero similar, invirtiendo en su rol central como empresa de telecomunicaciones. En realidad, lo ha hecho, extendiendo la red de fibra óptica a todo el territorio, una inversión de casi 800 millones de dólares.
Es cierto que Montevideo necesita un estadio cerrado de buena capacidad. Si es potencialmente rentable, habrá empresas y empresarios que respondan y arriesguen. Seguramente lo cuidarán mejor que al malogrado Cilindro.
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