Murió Jonathan Demme, director de "El silencio de los inocentes"

    El galardonado cineasta sucumbió a un cáncer de esófago a los 73 años, dejando títulos importantes en ficción como también en el área documental.

    Jonathan Demme supo combinar como pocos una manera de contar clásica, pero a la vez muy cercana a la narración más independiente.

    Quizás esa habilidad provenga de sus inicios junto al productor y realizador Roger Corman, un especialista en cine de serie B que fue quien le dio la primera oportunidad como director (“Caged Heat”, duro film sobre una cárcel de mujeres).

    Luego de la cuestionadora “Por mi derecho”, con Peter Fonda, Demme entró de lleno en el cine comercial, y su film “Melvin & Howard” conquistó en 1980 dos Oscar.

    La fama y el dinero obtenido le permitieron dedicarse a proyectos más personales a lo largo de los años 80 (“Totalmente salvaje”, con Melanie Griffith; “Casada con la mafia”, con Michelle Pfeiffer).

    Pero la gran etapa de gloria de Demme llegaría en los años 90, con los cinco Oscar y el premio en el Festival de Berlín obtenidos por “Silencio de los inocentes” (entre ellos, el de mejor director en ambas ocasiones).

    Después llegó el batacazo de “Filadelfia” (con Tom Hanks, Denzel Washington y Antonio Banderas), a la cual se sumarían la remake de una famosa película clásica (“El embajador del miedo” con Denzel Washington, Meryl Streep y Jon Voight) y una notable película independiente (“El casamiento de Raquel”, con Anne Hathaway, ganadora en el Festival de Toronto).

    A esa actividad febril sumó otra paralela, e igualmente talentosa, en el ámbito documental, con excelentes registros de espectáculos musicales de Neil Young y Talking Heads (“Stop Making Sense”), y especialmente con un excelente documental sobre el ex presidente Jimmy Carter titulado “Man of the Plains”. Con él llegó a ganar cuatro premios en el Festival de Venecia en 2007.

    El cine de Jonathan Demme supo reflejar las contradicciones de una sociedad compleja y conflictiva como la estadounidense, desde una óptica moderna, personal e irreverente.

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