Chile espera al Mesías

    Dicen que América es para los americanos. Y la Copa 2015 para los chilenos.

    La tierra donde brilla el tibio sol que dora las arenas, capaz de domar la geografía rebelde y perderse en venas abiertas a sangre y luto, dispara esta noche su pasión por el fútbol.

    Será en Santiago, la bella capital de las contradicciones: limpia y cuidada; contaminada y poco recomendada para practicar deporte.

    Los habitantes de Chile se dividen. 

    Están los que respiran, se alimentan y sudan fútbol y los que sostienen que este evento -que jamás ganó "La Roja"- es un disparador de gastos inexplicable en un país que ha estancado su siempre elogiado crecimiento económico.

    Así, mientras el "Niño Maravilla", Alexis Sánchez, pregona altanero en conferencia de prensa que sólo él sería capaz de motivar a su otro yo para pagar una entrada de partido de fútbol, decenas de Profesores se instalan en las afueras del búnker donde concentra la selección de Jorge Sampaoli para aprovechar el despliegue mediático en procura de un paso atrás en el adelantado proyecto de la reforma docente.

    Más allá de la dicotomía que -a esta altura- bien podría ser un intercambio entre intelectuales y pasionales, el fútbol -como mágico escape a los problemas cotidianos- aparecerá nuevamente en escena.

    El estadio Nacional "Julio Martínez Prádaños", en Ñuñoa, mezcla crecimiento y modernidad con un pequeño rincón de la arcaica estructura que recuerda que en el sector de ingreso a las cabeceras populares, por la "escotilla 8", la dictadura levantó el centro de tortura y exterminio más grande de la Región de Santiago. 

    Cómo concentrarse, entonces, en el travieso andar de la pelota en un recinto que se resiste a olvidar para poder construir el futuro.

    Chile reclama más debate y menos censura. 

    Sin embargo, su astro, Alexis I, frunce el ceño y tras besarse a si mismo, carga el fusil y marcha con paso de último Samurai rumbo a los detractores que portan micrófonos para criticar al equipo e incluso a la afición que no apoya como debe.

    Palabras y más palabras que alimentan el peso de la mochila que carga Chile, eterno frustrado, perdedor constante más allá de autoestima ilimitada.

    Esta noche, deberá enamorar a su gente, acribillar al Tri ecuatoriano y lanzar su candidatura con bombos y platillos luego que Manuel Guzmán (Director de la Ceremonia de Apertura), según sus propias palabras, maraville al mundo americano con un show de luces y acrobacia jamás visto antes.

    Mientras me encamino por la bella Avenida de Nuestra Señora de la Divina Providencia, pisando veredas sin un pequeño papel que empañe la Inmaculada imagen de las baldosas, me sacude la frase que eligió la Asociación del Fútbol Chileno para impulsar su Copa: "demostremos al mundo que es preferible morir de pie a vivir de rodillas..."

    En esa dramática alegoría chauvinista, el fútbol se siente tan incómodo que una mordida de Luis Suárez a un rival se parece a una broma del Día de los Inocentes.

    Chile espera su milagro. 

    Ese orgasmo desenfrenado que genera ganar un campeonato. 

    Algo así como ver a Dios celebrando un gol del Niño Maravilla. 

    El fin de esta experiencia religiosa será el 4 de julio... Y como en toda película de suspenso promete héroes, villanos y actores secundarios. 

    Veremos si Chile puede aspirar a Hollywood o se queda atrapado en su laberinto.

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