Precios, dólar y crecimiento

    Parte de la respuesta radica en cómo se va a desempeñar la economía en los próximos meses.

    La inflación se mantiene por encima del 9% en el año móvil a julio según el último dato del INE, y sigue siendo un problema para la economía uruguaya. La inflación genera aumentos de costos para las empresas (en particular para las que no pueden trasladarla a sus precios) y recorta el ingreso real de los asalariados y otros trabajadores de ingresos fijos. Haciendo una cuenta rápida, una inflación de 10% le recorta el 5% de sus ingresos reales a un trabajador cuyo salario se ajusta una vez al año por IPC.

    A pesar de varias medidas que ha acumulado el gobierno para moderar la inflación y alejarla del 10%, no ha cedido mucho y no bajará –se espera- de 8,5% este año. Si bien el Banco Central ha aplicado un sesgo más contractivo a la circulación de dinero, el efecto de estas medidas demora y –además- a corto plazo inciden otros factores, como la indexación de precios, salarios y jubilaciones, que lleva a que los aumentos se repiquen y se demore el efecto de las medidas del BCU.

    Los aumentos de precios también se han mantenido en varios bienes y servicios, porque la demanda interna se sostiene. Si bien se percibe cierta moderación del consumo en el comercio, el mercado de trabajo está firme y esto le da buena base al consumo local. Es una buena noticia y la pregunta que surge es si este escenario de empleo es mantendrá.

    Parte de la respuesta radica en cómo se va a desempeñar la economía en los próximos meses. Es un hecho que la región ya no empuja y que los precios externos (en particular los de los granos, que son el principal sector exportador), están ajustando a la baja. Así, un elemento clave para darle continuidad al crecimiento es la competitividad-precio de la economía: el desafío de no encarecerse para mantener las exportaciones de bienes y servicios.

    En este punto emerge cierta preocupación, porque si bien los datos de exportaciones a julio son buenos (hay una suba de casi 7% en dólares), la situación de la agricultura no es lo que era, y se está configurando un escenario con menos áreas y menores precios. Si bien –como hemos dicho- Montes del Plata aportará más dólares a la cuenta exportadora, no parece que vaya a ser suficiente para compensar el descenso de producción y precios que se está configurando.

    En los servicios, es probable que Argentina –envuelta en sus dificultades- siga presionando negativamente a nuestro sector turístico, para lo cual éste deberá bajar costos y ponerse competitivo para compensar esa tendencia. Brasil ha sido un contrapeso positivo, con más turistas brasileños de visita en los últimos años. Sin embargo, es probable que Brasil –cuya economía casi no crecerá este año- encare medidas propias, para reactivarse. Eso pasaría por una menor tasa de interés y, por tanto, una suba del dólar, que Uruguay deberá acompañar, al menos parcialmente.

    Y aquí también complica la elevada inflación, porque una suba del dólar –para que sea real- debería superar en forma clara el aumento de precios. En los últimos 12 meses el dólar ha subido 11%, contra una inflación del 9%, poca diferencia para la pérdida de competitividad (encarecimiento en dólares) acumulada en los últimos años. Sería bueno que –si el escenario externo se complica aún más- se lo pueda encarar con una inflación más moderada, para que el eventual ajuste cambiario sea menos distorsivo. Para esto Uruguay está mejor que en otros tiempos: la deuda está mucho más pesificada y el efecto de una suba del dólar sería casi neutral en la deuda; además, precios de bienes importados, como el petróleo, también bajan, lo que da mayor margen. Pero la inflación se resiste, y es un problema.

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