Los amores, la vida y la muerte en el planeta China Zorrilla

    La actriz vivió con gran intensidad sus mejores años y también los otros. Sus relaciones sentimentales con el celebrity Danny Kaye y el uruguayo "Poro" Capurro

     

    China fue una soltera empedernida, pero nunca le faltó el amor. Los tuvo en casa . Sus padres fueron la base de su pasión por la vida: la argentina Guma Muñoz del Campo y el escultor José Luis Zorrilla de San Martín (1891-1975), autor de obras escultóricas como el Obelisco a los Constituyentes de 1830.

    Otro de sus grandes amores fue su hermana Guma (destacada vestuarista teatral), los actores Antonio Larreta (él fue quien le recomendó su nombre artístico, China) y el comediante Carlos Perciavalle.

    Sus sobrinos han sido un apoyo permanente en su vida. Sin embargo, se sabe poco o casi nada sobre su vida sentimental. En los últimos años, Zorrilla sacó el velo a algunos de esos misterios. Su potente carrera artística y su independencia marcaron su vida.

    En el libro “A mí me aplauden”, del periodista Diego Fischer, se cuentan dos de las historias de amor más intensas. Uno de ellos fue Juan Alberto “Poro” Capurro Fonseca, de quien se enamoró en 1945 y que se transformó en un vínculo imposible.

    En Página 12 contó en el año 2005: "Yo estaba de novia con un hombre muy encantador, y me iba a casar con él, y de golpe me di cuenta de que si me casaba con él iba a dejar de hacer teatro. Por cómo era él, y cómo era su familia, un poco a la antigua, cuando yo hacía un espectáculo a ellos no les gustaba, y rompí. Fue una decisión sensata. Yo no veía mi futuro sacándome el oxígeno de la vida y rompí, y después me enamoré. Y esa vez yo hubiera dejado el teatro, y un brazo y una pierna sobre la mesa con tal de casarme con él. Pero murió. De esto han pasado cuarenta años. Me enamoré muchas veces más, pero como con él no. Yo no soy siquiera, pero él era el hombre más lindo del mundo. Era cómico de lindo”.

    Se ve que a China los cómicos le sentaban bien, porque su otro amor famoso fue el comediante Danny Kaye, a quien conoció en unos de sus viajes a Nueva York. En ese sentido, el libro de Fischer muestra fotografías que prueban la amistad entre ambos.

    La locura de China por no permitirse pausas tuvo también mucho que ver con las tempranas enseñanzas sobre la muerte.

    En una entrevista en Argentina contó: “El misterio de la muerte me lo aclaró mamá cuando se murió. ¿Quién no le tiene miedo a la muerte? Y pensábamos con mis hermanas: “Mamá tiene terror de la muerte, no se le puede hablar de la muerte...” Y un día, cuando mamá se moría –yo no sabía que ese día se iba a morir, pocas horas más tarde–, con una cara pícara y divertida, me dijo: “Vení China, mirá qué bien hechas que están las cosas: ahora que es inminente mi paso al otro mundo, el miedo le ha dejado lugar a la curiosidad”.

    La actriz reveló que más de una vez negoció con Dios para seguir adelante.

    “ Yo a veces pensaba que mi amor por la vida era tan delirante que al final Dios me iba a decir: ¿Qué me pedís? Y yo le iba a decir: Diez años más de vida. Y ahora no se lo pediría. Yo estoy viviendo una vida feliz. Y, normalmente, me tendría que morir pronto. Solamente le pediría hacer una obra cómica y ver a la gente reírse. Porque te juro que lo estoy haciendo bien con la risa... con la risa buena. Pero no le puedo pedir que cambie nada. Me hubiera gustado casarme, con aquella persona que murió; me hubiera gustado tener hijos. Pero es tanto lo que he hecho de lo que quería hacer, que de las cosas que quedaron por el camino no puedo decir “¡Me faltó tal cosa!”. No se habla de eso”.

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